Desmond Morris: Masculino y femenino. Claves de la sexualidad


Desde que leí­ por primera vez al zoólogo inglés Desmond Morris hace más de diez años supe que estaba frente a un autor que para mí­ serí­a iconoclasta. Así­ fue. Morris, con su mono desnudo me permitió en aquellos años de romance religioso considerar al ser humano desde la naturaleza animal y descubrir aspectos dejados por alto que son claves en la concepción del zoo humano.

Eduardo Blandón

Desde aquel entonces me propuse, sin éxito, continuar con la lectura del etólogo para comprender pautas de comportamientos que son inexplicables o contradictorios desde otros ángulos del saber. Me seguí­a interesando el tema de la sociabilidad, el matrimonio, la fidelidad, el trabajo, el estudio y la violencia, entre otros aspectos, para entender mejor las paradojas del género humano.

La ocasión llegó mucho tiempo después en virtud de los dí­as de descanso del mes de diciembre. Aburrido de dormir, retomé a Morris y no pude sino (ahora al revés) hastiar a otros mediante lecturas que juzgaban monótonas y monotemáticas. Un dí­a aparecí­a con Masculino y femenino, el otro con El zoo humano y finalmente con el hombre desnudo y La mujer desnuda. Suficiente material para considerarme un vulgar lector de pacotilla.

La idea era, sin embargo, desnudar al ser humano y descubrir qué hay detrás de tanta civilización presuntuosa del homí­nido. Reflexionar sobre el estrés entre los hombres, las nuevas enfermedades, la paranoia, los miedos, las psicosis. Buscar los orí­genes de la prostitución, su función social y la actualidad de esas empresas. Husmear en la necesidad religiosa de las personas, su historia y las instituciones que administran ese sentimiento aparentemente exclusivo del género humano.

Así­ comenzó la empresa lectora de Masculino y Femenino, un libro que no me escandalizó como antaño (para mi infortunio porque amo la sorpresa y el escándalo cuando se trata de lecturas), pero permitió la hondura en aspectos que Morris desarrolla más ampliamente. El autor tiene la virtud de recoger hechos de la vida ordinaria humana para explicarlos desde la óptica de la naturaleza animal del hombre.

Los principales capí­tulos del libro son los siguientes: 1. El hombre y la mujer; 2. El lenguaje de los sexos; 3. Las pautas del amor; 4. Los perí­odos de transición de la vida; 5. El dilema materno y 6. La guerra de los sexos. Como es evidente, Morris se concentra en aspectos relativos a la sexualidad para indagar en los orí­genes del comportamiento. Desarrollemos algunas de sus ideas claves.

Una de los términos esenciales en la explicación que Morris hace del género humano es el que sostiene que el hombre, aun con los progresos y la civilización que ha desarrollado, sigue siendo esencialmente de naturaleza animal. Es decir, aun cuando maneje computadoras, viaje a la luna o desarrolle bombas de destrucción masiva, sigue siendo un ser cuya animalidad es fundamental para entender su comportamiento.

En lo sexual no es diferente aunque la cultura ha complicado las cosas. Así­ por ejemplo encontrar pareja y educar a los hijos, son actividades cuya «evolución» han comprometido las formas antiguas en que se desarrollaron. En el caso primero, encontrar pareja, las culturas antiguas encontraban formas simples para el noviazgo, la atracción mutua y la selección final de pareja. Ahora es muy diferente. Una solución consiste en echar mano de la tecnologí­a moderna. Las agencias matrimoniales, que en otras épocas se consideraban último recurso, cada vez más están de moda. «Para un varón o una mujer de una tribu primitiva, fallar ante tal diversidad (en la selección de pareja) serí­a inimaginable, pero en el mundo actual nos hemos vuelto exigentes y existen tantos factores a considerar, que no resulta fácil y muchos, tanto hombres como mujeres, no tienen más remedio que regresar a casa con un profundo sentimiento de frustración. La culpa de una buena parte del problema es nuestra y sólo nuestra, ya que hemos desarrollado estándares sociales de comportamiento, de personalidad, de atractivo sexual y de belleza cada vez más complejos, y no nos sentimos satisfechos a menos que nuestra pareja potencial sea capaz de superar una larga serie de pruebas tácitas».

Para Morris, hemos dificultado el proceso de selección de pareja al ser ahora demasiado perfeccionistas y solí­citos en exigir requisitos elevados antes de atrevernos a un compromiso de larga duración. Una vez hecha la elección, sin embargo, el autor indica que vienen los problemas posteriores relativos a la estabilidad de la relación. En la antigí¼edad, las separaciones eran impensables, los divorcios no existí­an y la ley era unirse «hasta que la muerte los separara».

En los matrimonios modernos, no obstante, la monogamia humana es disfuncional. A pesar de las declaraciones de amor eterno, un gran porcentaje de parejas no consigue llegar a la meta, y las disputas conyugales, las separaciones y los divorcios son cada vez más frecuentes. En Estados Unidos la situación actual es tan dramática que uno de cada tres matrimonios fracasa. Anualmente, el 2 por ciento de las mujeres norteamericanas casadas deciden divorciarse (la media en Canadá y en los principales paí­ses europeos es del 1 por ciento). ¿A qué se deben semejantes experiencias posmodernas? Morris tiene la explicación. «Una parte de la respuesta está relacionada con el í­ndice de natalidad primitivo. Antes de la aparición de los métodos anticonceptivos, seguramente no se tení­a ningún control sobre los embarazos, pero en la actualidad no sólo limitamos drásticamente nuestro í­ndice de natalidad sino que además disfrutamos de una longevidad mucho más prolongada. De este modo, las parejas de hoy en dí­a tienen la posibilidad de gozar de un sexo muchí­simo más libre que antes».

Morris indica que uno de los peligros que enfrenta el varón (o la mujer) adúltero (a) es el del enamoramiento, pero para evitar esos riesgos muchos hombres han utilizado durante siglos los servicios de una profesional, es decir, de una prostituta. La prostitución era muy habitual y estuvo muy extendida en todo el mundo antiguo, reconociéndose su valor como servicio social. «Sin embargo, esta actitud liberal y abierta hacia la prostitución, que estaba considerada una válvula de seguridad sexual, no duró mucho tiempo y fue barrida por la piedad religiosa».

A pesar de estas dificultades, la demanda de este tipo de servicio sexual nunca ha disminuido. En Estados Unidos, el Estado de Nevada fue el primero que legalizó los burdeles en 1967 y hoy en dí­a existen 36 casas de citas autorizadas. Incluso se edita una Guí­a oficial de las mejores casas de citas en Nevada, de formato similar al de una tí­pica guí­a de restaurantes u hoteles.

«Algunos varones no tiene suficiente con la aventura ocasional, la esposa de por vida y la prostituta de vez en cuando, sino que la necesidad de sembrar su material genético les impulsa a una solución más ambiciosa, y entonces intentan mantener varias relaciones sexuales serias al mismo tiempo, optando por el estado que se conoce como poligamia».

Como se puede ver, el análisis que Morris hace de las relaciones de parejas, lo masculino y lo femenino, es muy interesante y puede estimular tanto a la reflexión personal particular como a la discusión grupal. Es una lectura que le sugiero para iniciar bien el año 2010. Puede pedir el libro en Librerí­a Loyola.