El Himno de Centroamérica


En Managua, en una reunión oficial anunciaron con el debido protocolo, que se iba a entonar el «Himno de Centroamérica».

Luis Fernández Molina

En ese momento me arrebató la duda ¿cuál es el himno de Centroamérica? ¿Qué van a tocar? Mi duda se disipó cuando en el aire flotaron los primeros acordes de la inconfundible Granadera, una composición que en Guatemala solemos escuchar como acompañamiento a nuestro pabellón o como introducción al Presidente de la República. Hablando con unos visitantes hondureños me dijeron que esa marcha es originaria de Honduras y que -generosamente- se compartí­a con los demás paí­ses de la región. Francamente ignoro su origen y en la corta investigación que he hecho no me ha llevado a claros horizontes. Dejé pasar el tiempo y archivado el tema cuando nuevamente, en similar ocasión volvieron a pedir atención para entonar el Himno de Centroamérica. Fue nuevamente la Granadera, sólo que esta vez, sorpresa ¡fue cantada! Es decir que tení­a letra. Tal fue mi asombro que no recuerdo las estrofas. Aplaudo el impulso integracionista pero ¿cuándo se aprobó el texto por parte de todos los interesados? y ¿cuándo se confirmó la música? Sin embargo, aparece una tercera versión, en otra actividad oficial asimismo, me aseguraron que «no hay himno de Centroamérica». Para mayor desconcierto, en una cuarta ocasión, en los actos oficiales de la fiesta de Independencia, en el Parque Central de La Antigua Guatemala anunciaron igualmente el «Himno de Centroamérica». No era la Granadera y la letra obviamente era otra. Era una versión que nos enseñaron en la primaria, entiendo que la letra es de Rafael Arévalo Martí­nez: «Den al viento las blondas espigas, sacudiendo sus vainas de oro, den al viento…» En suma variantes del himno de una misma región que no es, por el momento, una unidad polí­tica. A pesar de nuestras intenciones y proyecciones, Centroamérica no es una realidad jurí­dica, una entidad. Estamos en el intento, deseado y necesario. En ese camino debemos marcar los pasos de forma segura y congruente. De esa cuenta deberí­amos definir un Himno de Centroamérica -como lo usaba la Unión Europea desde antes de su consolidación formal- debidamente convocado, consensuado y aprobado. Las instancias integracionistas deben tomar cartas en el asunto. También se tiene que establecer un orden protocolario de interpretación de himnos comprendiendo el de cada Estado centroamericano, el de Centroamérica y en su caso los himnos extranjeros en actos y visitas oficiales a la llegada y a la despedida y dependiendo si hubiese comidas o banquetes como Estado anfitrión o el visitante como reciprocidad ofrecidas por el Estado visitante (un poco complejo este aparato protocolario). Aló Parlacen, aló Sica, aló ministerios y organismos regionales. No se oye. Un hermoso himno, que fuera único por supuesto, aceptado mayoritariamente por todos los centroamericanos, será un eslabón más en esta tan anhelada pero tan distante unión de la Patria Grande.