El Gobierno había previsto que para «empañar» el informe a la Nación que presentará el Presidente al cumplirse el segundo aniversario de su gestión, iba a incrementarse la muerte de pilotos de buses, según dijo el vocero de la presidencia. Al margen de que todos los informes anuales de los mandatarios tienen el mismo corte y ninguno es tan espectacular como para que alguien se tome la molestia de «empañarlo», lo lógico hubiera sido que se adoptaran algunas medidas para evitar esos ataques y así salvar algunas vidas.
La verdad es que el tema de la seguridad sigue siendo la asignatura pendiente de este Gobierno y que el mismo se traduce en muerte y el despojo de bienes a los ciudadanos honrados porque está plena y totalmente documentado que operan bandas bien organizadas, y posiblemente muy bien protegidas, que roban y matan a los guatemaltecos. No nos pueden decir que esa actividad permanente de los criminales es para empañar la imagen del Gobierno, puesto que se trata de algo cotidiano, que ocurre siempre en los mismos sitios y sin que las autoridades hagan algo para detener a las bandas. Gracias a la labor de ciudadanos y de empresas que tienen cámaras en el sector se ha podido dar con un puñado de los asaltantes, pero la labor de las fuerzas de seguridad, especialmente en el uso de inteligencia para penetrar y desbaratar a esas bandas, es inexistente.
Lo inaudito es que el vocero de Gobierno admita tácitamente que el problema de la seguridad les pasa alguna factura política y ni siquiera por eso hagan mínimos esfuerzos por avanzar. Porque ya sabemos que el dolor de la gente no les interesa gran cosa ni forma parte de la agenda política del partido de Gobierno que tiene definido cómo quiere ganar las elecciones dentro de dos años y es a base de los programas de cohesión social.
Si efectivamente hay desestabilizadores atrás de la violencia, es preciso que los identifiquen, consignen y castiguen, pues es inhumano que alguien haga uso de la violencia para generar un clima de inestabilidad política o simplemente para empañar un insulso informe presidencial que no tiene ni ha tenido nunca la menor trascendencia, porque siempre es el autobombo, el autoelogio y nunca una verdadera descripción de la realidad del país.
Después del catorce de enero podemos comentar claramente que no hay nada en ese informe que justifique ni siquiera que a alguien le corten una uña, no digamos que anden matando consistentemente a los habitantes de nuestro pobre y sufrido país.