Decenas de africanos de diferentes nacionalidades que viajaron como clandestinos a España fueron expulsados ayer a Senegal. Nos «tomaron por senegaleses», afirmaron, desconcertados, al llegar a Saint-Louis (norte).
«Este es la primera vez que piso Senegal desde mi nacimiento», juró Mamadou Keita, de 31 años, nativo de un pueblo de la región de Kayes (oeste de Mali).
«Me ’repatriaron’ a una tierra que no es la mía», declaró el joven, cuyas palabras se perdían en medio del ruido, dominado por conversaciones en wolof, una de las lenguas de Senegal, de la que no entiende nada de nada.
Mamadou es uno de los 448 ex clandestinos conducidos el domingo a Senegal a bordo de seis vuelos especiales fletados por las autoridades españolas, según un oficial senegalés en el marco de una «operación puntual».
Muchos de ellos afirmaron que fueron «confundidos con senegaleses», pero son de otra nacionalidad diferente.
«Nosotros somos 33 malienses en la misma situación», indicó Mamadou, que como otros no senegaleses, fue invitado a viajar a Dakar para ver con su embajada las disposiciones para volver a su país.
«Sabían que no somos senegaleses porque nosotros no hablamos ninguna lengua de ese país. Lo hicieron por cobardía», acusó Isiaka Diarra, otro maliense, visiblemente irritado con los organizadores de la operación de repatriación.
Adama Camara parecía perdido. Tenía sólo 10.000 francos CFA (15 euros) entregados como «ayuda» por las autoridades senegalesas a cada uno de los 448 emigrantes ilegales.
«No entendí nada. Soy marfileño y fui conducido a Senegal, que no es mi país», protestó Adama, que llegó hasta las islas Canarias en una piragua que salió de Nuadhibu (extremo noroeste de Mauritania).
«Las explicaciones que di (en España) no sirvieron de nada, y los 10.000 francos que me han dado aquí tampoco me servirán de mucho», añadió.
Además de los malienses y marfileños, también figuran guineanos, gambianos y mauritanos entre los emigrantes ilegales devueltos a Dakar, indicaron a la AFP fuentes policiales.
La mayor parte de los ilegales destruyeron sus documentos de identidad en España para intentar evitar la repatriación y es imposible certificar de donde vienen, explicó una de esas fuentes.
Hasta la noche del domingo, algunos de ellos intentaron explicar que no son senegaleses con la esperanza de tener tanta suerte como un guineano que llegó en el primer avión y fue autorizado a regresar a España en el vuelo de regreso.
Al no conseguir nada, desesperados, se dirigieron a unos minibuses estacionados cerca del aeropuerto y pagaron 3.500 francos CFA cada uno (5 euros). «El precio del transporte» hasta Dakar, donde deben contactar con sus respectivas embajadas.