La imitación y la piraterí­a siguen a toda máquina en China


Teléfonos copiados, ropas de marca falsas o pelí­culas pirateadas -como Avatar, la superproducción norteamericana que apenas estrenada ya está en venta en DVD por menos de un dolar- cunden en China, pese a los esfuerzos del gobierno por frenar ese comercio ilegal que mueve miles de millones de dólares y enfurece a los paí­ses occidentales.


Cada tanto, las autoridades realizan espectaculares campañas de represión ampliamente publicitadas, tendientes a apaciguar a los paí­ses industrializados, cuyas empresas son las más afectadas.

En 2008, poco antes de los Juegos Olí­mpicos de Pekí­n, la capital china presenció un desfile de coches policiales cargados de DVD piratas confiscados.

Sin embargo, falsos iPhone y falsas carteras Vuitton pululan en ese mercado fraudulento, lo que llevó al gobierno norteamericano a denunciar «los niveles inaceptables» de piraterí­a y producción ilegal.

«Proteccionismos locales y corrupción son los principales problemas», explicó Daniel Chow, de la Universidad de derecho de Ohio, Estados Unidos.

«El gobierno central es probablemente sincero pero los gobiernos locales tienen intereses directos e indirectos en la falsificación y la piraterí­a industrial, muy importantes para la economí­a local», dijo Chow.

Una represión consecuente provocarí­a «la pérdida de millones de empleos», incluso en las industrias legí­timas que trabajan para ese sector, agregó.

Las copias a precios irrisorios se encuentran tanto en las grandes tiendas como en sitios de venta en internet.

«Hay represión, pero no disuasión. El productor de copias o imitaciones no sufre verdaderas consecuencias. En general paga una multa leve y dos o tres semanas después vuelve a lo suyo», dijo Chow.

Los paí­ses occidentales denuncian esa situación que afecta a las marcas de lujo, a las compañí­as de alta tecnologí­a y a la industria musical, así­ como a la de electrodomésticos, cigarrillos y medicamentos.

El Congreso norteamericano colocó a China entre los cinco primeros paí­ses de la «Lista de vigilancia de la piraterí­a internacional».

El representante estadounidense de Comercio, Ron Kirk, denunció «el nivel inaceptable de la piraterí­a y la falsificación en China a pesar de las campañas antipiraterí­a y del aumento creciente de los pleitos judiciales por violación de los derechos de propiedad intelectual».

«La represión no es fácil», indicó Victor Ho, abogado del bufete Allen and Overy.

Pero cuando el gobierno quiere, puede, señaló Ho, que puso como ejemplo los Juegos Olí­mpicos de 2008.

«El gobierno central dejó claro que no tolerarí­a la reproducción ilegal de los productos derivados» y nadie se atrevió a piratearlos, comentó Ho.

No obstante, el gobierno chino se esfuerza en tomar iniciativas y hacerlas conocer.

Desde agosto pasado, China investigó más de 500 casos de violación de derechos de autor en internet y cerró centenas de sitios.

En agosto, cuatro personas fueron condenadas a penas de hasta tres años y medio de cárcel por piratear el sistema Windows XP de Microsoft.

China quiere convertirse en el paí­s de la innovación y por lo tanto tiene interés en proteger los derechos de propiedad intelectual.

A tal punto que muchos juicios fueron iniciados por empresas chinas.

En noviembre pasado, Microsoft fue condenada por haber utilizado sin autorización formatos de caracteres chinos pertenecientes a una empresa de China.

En diciembre, la justicia china recibió la primera denuncia judicial contra Google por haber pirateado miles de libros para su librerí­a en lí­nea.

«El gobierno central es probablemente sincero pero los gobiernos locales tienen intereses directos e indirectos en la falsificación y la piraterí­a industrial, muy importantes para la economí­a local».

Daniel Chow

Universidad de Derecho de Ohio