La vida me ha enseñado mucho; de ella aprendí que las caídas, aun las más duras, no son importantes si me levanto con más ánimo, y continúo peleando por mis ideales, porque la voluntad destruye los obstáculos.
También he aprendido que, como ser humano, estoy sujeto a cometer toda clase de errores, pero que éstos valen tanto, sino la lección que de ellos extraiga: la de ser mejor cada día.
Además, la existencia me hizo comprender que la búsqueda de dinero, poder, fama y romances no produce la paz, la alegría y la plenitud que la práctica sincera del bien proporciona tan fácilmente.
Y, principalmente, ella me dio el conocimiento de que es imposible ser feliz en soledad; por eso, amo, sirvo y estimulo a mis hermanos con placer, humildad y entera franqueza.
En las aulas de la vida, ¡me hice grande con mi sabia maestra, la Experiencia!