Un total de 56 personas, la mayoría pertenecientes a la comunidad gitana de Francia, comenzaron a ser juzgadas hoy en París en un caso de tráfico de bebés procedentes de Bulgaria, ocurrido entre 2001 y 2005.
En el banquillo de los acusados se sientan 41 padres adoptivos, 11 intermediarios, dos madres biológicas y dos presuntos proxenetas.
Según la investigación, entre julio de 2001 y junio de 2005, al menos 22 recién nacidos fueron comprados por parejas franceses que tenían problemas de esterilidad y entregaron a cambio entre 5mil y 7 mil 500 euros (1 euro: 1,2 dólares).
En esta red había intermediarios que buscaban en Bulgaria jóvenes embarazadas, madres solteras o prostitutas, a menudo gitanas, a las que proponían dar a luz en Francia para renunciar después a su bebé a cambio de unos centenares de dólares.
La madre biológica podía dar a luz conservando su nombre verdadero y entonces el niño era reconocido por el padre que «compraba» al recién nacido, o adoptando la identidad de la madre adoptiva al llegar al hospital.
Las personas que buscaban a las mujeres búlgaras embarazadas pueden ser condenadas a 10 años de cárcel y las parejas que consintieron recibir un bebé en tales condiciones podría ser objeto de una condena de tres años más una multa de 45 mil euros.