Como burbuja


Este año, que se apaga, ha sido uno en el que la mayor parte del mundo ha hablado de burbujas. Y ha entendido lo que ello significa. El remezón que amenaza con hacer colapsar el sistema económico-financiero mundial se inició previamente cuando una burbuja (la inmobiliaria), reventó provocando en miles o millones que también reventarán.

Carlos E. Wer

De ahí­ para acá, de una u otra manera la burbuja se volvió algo con lo que se tendrí­a que aprender a vivir. O a convivir con ella, esperando a que un mundo que cada dí­a parece más caótico, decida si es posible ponerse de acuerdo o terminar de hacer reventar todo el sistema.

 

A pesar de ello, quienes sostienen que la crisis es solamente una crisis cí­clica y no sistema como afirman otros, el mundo, a pesar de ella, se volcó con limitaciones sí­, pero como tratando de ocultar tras él las penurias que ha provocado al consumismo a la locura colectiva que él provoca. Consumismo que inicia, acudiendo cada fin de año, a tocar las fibras sentimentales de los usuarios. Las melodí­as e himnos religiosos ocupan prácticamente el espacio en prensa, radio y televisión en busca de aquellos que «Cablandados» por el reclamo religioso, se vuelcan en las tiendas y negocios que invitan a celebrar las fiestas navideñas con regalos que demuestren, según el tamaño y el precio del regalo, su «amor» por el recipiendario.

 

En la medida en que se acerca el dí­a de una de las máximas expresiones del cristianismo: el nacimiento del Maestro Jesús, más se olvida éste y más se magnifica lo simbólico del presente material con el que se celebra.

 

En nuestro paí­s, la celebración conlleva el festí­n de coheterí­a que acompaña a la medianoche. El «ablandamiento» llega a su clí­max y todo el mundo se desea «Feliz Navidad». Abrazos, besos y buenos deseos como queriendo en un solo dí­a, olvidar lo sucedido en todo el resto del año. De aquí­ para su final, disminuyen ya  los cantos navideños, sólo va quedando su recuerdo, para esperar uno nuevo.

 

Pero ahora se recurre a otro argumento… los deseos por un nuevo año venturoso y feliz. Y esa burbuja consumista, enorme como la de la crisis económica financiera, amenaza también con explotar.

 

Los primeros dí­as del año, lo son también para iniciar el proceso reversivo de la formación de la burbuja sentimental emotiva-religiosa y con espanto notar que al reventarse, les hará volver al drama de la economí­a materialista, que exige la sobrevivencia y con ello los pagos cada vez mayores por alimentos, vivienda, ¡bendito sea Dios! el inicio de clases y con ellas uniformes, inscripción, útiles, etc. El drama del sistema, aun cuando alicaí­do, se impone nuevamente… ¡la burbuja explota y de ella no queda sino el recuerdo! El recuerdo de un momento en el que trata de olvidarse el materialismo a que se nos ha empujado y sacar de lo más profundo del ser espiritual, lo noble, lo caritativo, lo compasivo… en una sola palabra, la humanidad. El verdadero valor que debiera privar en el ser humano como tal… ¡la solidaridad con aquel que no es tan afortunado como nosotros!

 

Una nueva cruz en nuevo año en el que todo pareciera cuesta arriba. En el que la economí­a, el clima, la violencia, la guerra, el crimen (organizado o no) y todas las pústulas del espí­ritu humano amenazan con lanzarlo nuevamente a eras de oscurantismo.

 

Las religiones, los gobiernos, los partidos polí­ticos, la sociedad civil, las ONG y todas aquellas organizaciones de las cuales muchas, la mayorí­a, solamente sirven de parapeto para negocios ilí­citos o corruptos, deberán rectificar el camino y, con el ejemplo, demostrar que es posible aún salvar a este mundo que pareciera, en una loca carrera, dirigirse hacia su autodestrucción.

 

Rescatar del diván de los «vejestorios», valores que se fueron perdiendo en la misma medida en que las polí­ticas económicas y las filosofí­as que las soportan fueron llevando al hombre a su olvido y a la imposición de aquella que privilegia el aquí­ y el ahora. Que ha hecho del tener la base fundamental del valor del ser humano, olvidando que los jalones de la civilización han estado fomentados y orientados por el ser. Ser, tener y compartir secreto que sin importar el tiempo demuestra ser una formula de éxito. Una formula que paga con interés elevado.

 

2010 en nuestra Guatemala se requerirá de ello. De mucha buena fe para apartarnos del precipicio a que nos puede llevar la injusticia social, la que, de polarizarse enfrentará a sectores sociales en una guerra, de la que solamente nos pudiera sacar el ejemplo del Tratado de Westfalia al comprender que el bien del otro, es también el propio. Amén.