Joviel Acevedo, o bautizado por la voz popular como Jodiel, está gozando sus últimos buenos momentos con poder de convocatoria. Eso se demostró la última vez que llamó al Magisterio Nacional a bloquear carreteras, y sólo respondieron unos cientos de maestros, la mayoría de ellos muy jóvenes.
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Quizá haya algunas razones muy concretas para justificar ese decaimiento en su poder de convocatoria. Primero, que el ciclo escolar se encuentra de vacaciones, por lo que: a) los verdaderos maestros se encuentran gozando de su merecido descanso; b) no existen los controles de coerción como cuando se está en el ciclo escolar, en que directores y maestros viejos coaccionan para participar en esas manifestaciones, y c) los pseudomaestros que sólo buscan excusas para no ir a clases, no necesitaban la manifestación, porque igual estaban descansando.
Pero Joviel (¡perdón! Jodiel), que se define a sí mismo como estratega y negociador, no supo prever esas razones, y pronunció el nombre del Magisterio Nacional en vano, desgastando a esa honorable institución, e hizo participar a unos cuantos gatos en el desgaste.
El Magisterio Nacional había perdido su poder como grupo de presión, y fue hasta el Gobierno de í“scar Berger que se lograron reorganizar como gremio, sobresaliendo la figura de Jodiel; para entonces, había otros líderes visibles, sobre todo en el occidente del país, pero no sé por qué extraña razón sólo Acevedo figura ahora, y para mal.
Para mal, digo, no porque no simpatice con que un gremio se organice y exija sus derechos. El problema es que Jodiel ha desgastado el nombre del Magisterio Nacional para hacer cumplir una agenda consensuada bajo la mesa, y que no precisamente defiende los intereses de los maestros.
Por ejemplo, entre los maestros, Jodiel logró autoridad al conseguir algunos beneficios laborales, como lograr plazas fijas para miles de mentores que tenían que ver, año con año, dónde daban clases, sin que el Estado reconociera su esfuerzo. Sin embargo, estos logros necesariamente tuvieron que negociarse con apoyo del Magisterio al Gobierno. Es extraño, en cualquier país del mundo, que el gremio de maestros esté a favor del Gobierno, ya que no lo necesita. Los mentores públicos tienen la suficiente fuerza para hacer tambalear a cualquier jefe de Estado.
Pero en Guatemala, por componendas que ya no sorprenden a nadie, el Magisterio terminó apoyando la propuesta del Gobierno, lo cual es válido también como ente político. Sin embargo, lo criticable es la forma en que se hace. Jodiel -y de ahí su mote- ha llevado al Magisterio para crear confrontación y no diálogo.
Si no, baste ver las amenazas que hiciera a diputados opositores de ir a importunarlos a sus casas, sólo porque éstos no apoyaron la propuesta del ajuste fiscal. Pues, así como el Magisterio tiene derecho a estar a favor, los diputados tienen derecho a estar en contra.
Lastimosamente, Jodiel está perdiendo el liderazgo que los maestros, por alguna extraña razón, le otorgaron. Digo lamentable, porque la organización magisterial es un aspecto positivo, ya que a través de este gremio se han alcanzado varios logros, además de una oposición real a intenciones gubernamentales contrarias al pueblo. Sin embargo, cuando sus líderes se alinean y se ofrecen como tapete para ser fuerza de choque, se pierde ese objetivo de ser un canal de expresión popular.
Estimo que la mayoría de maestros ya no está apoyando a Jodiel, y a éste le estará quedando sólo un par de maniobras más para intentar asegurar su liderazgo. De lo contrario, creo que un par de decisiones equivocadas, como convocar a no iniciar clases en enero, podría ser una de sus últimas como representante magisterial.