La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, aprovechó su reciente gira a Medio Oriente para responder a sus detractores y defender la política de Estados Unidos en esa región.
Tras varias semanas de estímulos de los europeos y los árabes moderados para impulsar avances en el proceso de paz israelo-palestino, Rice anunció que participará de aquí a mediados de febrero de una reunión tripartita con el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmud Abbas.
El objetivo de esta reunión es «acelerar la hoja de ruta», el plan de paz internacional que preveía principalmente la creación de un estado palestino y que está en un punto muerto desde 2003.
En el curso de numerosas entrevistas con los periodistas que la acompañaron a ocho países en siete días de gira, la jefa de la diplomacia estadounidense trató de diferenciarse de sus predecesores, quienes no vacilaron en dialogar con los adversarios de Estados Unidos, como Libia, Corea del Norte o Siria.
Incluso esta semana ella descartó la idea de dialogar con Teherán sin condiciones previas. «El momento no ha llegado», declaró.
Rice prefiere hablar con los aliados tradicionales de Washington, como Egipto, Jordania o las monarquías petroleras del Golfo.
Ante las críticas por el largo período de inactividad del gobierno de George W. Bush en el conflicto israelo-palestino, Rice respondió explicando que se necesitaba tiempo para crear las condiciones adecuadas para un eventual éxito.
«Son necesarias algunas condiciones y algunos compromisos y en realidad, hace años y no meses, que creamos o que ayudamos a crear estas condiciones», dijo.
Entre los factores que contribuirían a crear el ambiente adecuado, mencionó el apoyo del presidente George W. Bush a un estado palestino, la incorporación del movimiento radical palestino Hamas en la vida política, la promoción de la democracia en Medio Oriente y la guerra en Irak.
«Las declaraciones del presidente sobre una solución pasa por dos estados, la decisión de no tratar con (el ex líder palestino) Yasser Arafat porque era necesario democratizar el espacio político palestino, su apoyo a una retirada (israelí) de Gaza: hemos tenido varias etapas antes de llegar a donde estamos hoy», indicó. Ahora «todo el mundo (…) acepta una solución de dos, acepta la división del territorio».
Aunque Bagdad está sumido en la violencia, Rice considera que «las cosas se clarificaron» en la región luego de la invasión de Irak en 2003.
«Estoy convencida de que la salida de Saddam Hussein desencadenó cierto número de (…) cambios en el Medio Oriente, la supresión de una amenaza en el frente oriental para Israel, por ejemplo», agregó, vinculando así por primera vez a la guerra de Irak con el estado hebreo.
Para Rice, el proceso de paz israelo-palestino tiene más posibilidades de avanzar hoy que al comienzo del mandato de Bush en enero de 2001. «Hay todavía problemas muy difíciles de resolver. Pero se siente que bajo este conflicto, las placas tectónicas se movieron», aseguró.
Tres militares estadounidenses murieron en varios ataques en Irak en las últimas 24 horas, anunció el sábado el ejército norteamericano en varios comunicados.
«Un soldado de la división multinacional en Bagdad murió el 20 de enero y otro fue herido en la explosión de una bomba artesanal al paso de una patrulla en el norte de la capital iraquí», indicó el ejército.
En un segundo comunicado se anunció la muerte el viernes de un soldado al estallar una bomba en la provincia de Nínive (norte).
El viernes también murió un ’marine’ durante una «acción enemiga» en la provincia de Al Anbar (oeste), foco de insurrección sunita, añadió.
Desde la invasión de Irak en marzo de 2003, al menos 3.026 militares estadounidenses y personal asimilado fallecieron en el país, según un cálculo de la AFP establecido a partir de cifras del Pentágono.
En diciembre de 2006, 112 soldados estadounidenses murieron en Irak, lo que lo convierte en el mes más mortífero para el ejército norteamericano desde noviembre de 2004, según el Pentágono.