Dos noticias llamaron mi atención en los últimos días. Dos noticias que me demuestran que el camino por recorrer es aún demasiado largo. Las medidas económicas que se toman para salir de la situación de atraso no van dirigidas a aumentar la producción y por ende la riqueza, sino continúan con aquellas que «globalizadoras», mantienen no solamente al país sino al mundo en la crisis actual que mantiene sobre él la amenaza de colapso.
Aún en los Estados Unidos, en los que la presencia política del senador Barak Obama despertara expectativa y esperanza, sus acciones en el campo de las respuestas a la crisis han sido simple y sencillamente más de lo mismo. Sus «rescates» no han sido sino continuación de las políticas que impulsara el gobierno de Bush, demostrando que, primero, quienes alertaron sobre el pasado comprometedor del actual Presidente no estaban errados y segundo, que los verdaderos poderes que manejan la política en los Estados Unidos, siguen incólumes.
Los signos del creciente desempleo, el que sufre de una hemorragia de pérdida de empleos, sin ver un fin cercano a este proceso, son más que evidencia de que  a pesar de los reclamos de las autoridades acerca de la manera eficaz de tratar el problema económico, no son sino solamente parte de la propaganda del equipo encargado de la publicidad de la Presidencia. En las últimas cuatro décadas, a partir del período de 1967-68, los EE.UU. y el mundo han sufrido un viraje profundamente destructivo alejándose de la producción económica y la autosuficiencia, hacia lo que se ha llamado globalización. El sistema monetarista controla el cartel financiero, y el cartel financiero controla la red de corporaciones globales que abastecen a las naciones del mundo con alimentos, petróleo y otros productos esenciales.
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Las reacciones de la población al «tercer gobierno de los Bush», la han llevado prácticamente a una «huelga de masas» en las que la población se expresa con cada vez rechazo a las políticas continuistas del presidente Obama. El daño que estas políticas neocolonialistas le han ocasionado a la economía de EE.UU. se ve reflejado en el cambio en la composición de la fuerza laboral.
La situación caótica de la economía estadounidense, la que sigue siendo en los países de Asía y de Suramérica fuertemente cuestionada, dada las cantidades estratosféricas de su déficit fiscal, pareciera que no afectara en lo mínimo en las medidas económicas domésticas. Encadenados al carro de la influencia de la órbita económica estadounidense, no vemos los negros nubarrones que se ciernen sobre el futuro del país. En el que la Solidaridad Social si bien es importante y justa para esa mayoría excluida de los beneficios de la riqueza del país, su sustentación no lo es la producción, única fuente de generación de riqueza.
No es posible pretender salir de una situación que se convierte en cada vez más preocupante, sino está fundamentada en políticas que estén orientadas  en esa dirección.
La disminución en la capacidad de las tierras productivas del país, son endilgadas al cambio climático, para ocultar el irreparable daño que los productos de la «revolución verde» acarrearon y siguen acarreando al sistema agrícola. Y como ello, ocultaciones constantes que nos hacen dirigir nuestra vista hacia horizontes en los que, sin ver los pantanales, nos hundiremos cada vez más en el atraso, la pobreza…, y las explosiones sociales que sí se pueden notar, como en los propios Estados Unidos, en nuestro cercano futuro.