¿Quién fue el responsable por el fracaso en Copenhague?


Activistas de Greenpeace instalaron un globo terráqueo en Nueva Delhi, India, como forma de protesta por no haberse alcanzado acuerdos en Copenhague. FOTO LA HORA: AFP RAVEENDRAN

Gran Bretaña acusó este lunes a China y «un puñado de paí­ses» que incluyen a Bolivia y Venezuela de boicotear la cumbre de Copenhague, en medio de un aluvión de reproches por los insuficientes resultados de esas negociaciones.


China estimó sin embargo haber jugado un papel «importante y constructivo» en esta conferencia que según el primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen hubiera terminado sin acuerdo «sin la intervención de los jefes de Estado».

El primer ministro británico, Gordon Brown, instó este lunes a «aprender las lecciones» de Copenhague y de las duras negociaciones que se llevaron a cabo en esta conferencia que culminó el sábado con un acuerdo de mí­nimos que decepcionó a numerosos paí­ses y observadores.

«Nunca más deberí­amos enfrentar el punto muerto que amenazó con hacer fracasar esas negociaciones», declaró Brown en un «podcast» (mensaje multimedia) difundido este lunes.

«Nunca más deberí­amos dejar que sólo un puñado de paí­ses tomen como rehén un acuerdo global hacia un futuro más verde», agregó sin nombrar a estos paí­ses.

Su ministro de Medio Ambiente, Ed Miliband, fue más directo y acusó a China de haber vetado cualquier intento de alcanzar un acuerdo vinculante.

«La mayorí­a de paí­ses, desarrollados y en desarrollo, cree que sólo construiremos un acuerdo duradero que proteja al planeta si todos los compromisos de acciones y paí­ses son legalmente vinculantes», escribió en el diario The Guardian.

«Pero algunos de los principales paí­ses en desarrollo se niegan a aprobar esto», agregó.

El consenso logrado permite integrar por primera vez a todos los grandes paí­ses contaminantes -industrializados y emergentes- en la lucha contra el cambio climático, pero no fija metas ambiciosas ni un marco vinculante.

Miliband acusó a China de haber vetado el acuerdo que preveí­a limitar el 50% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) para 2050, y el 80% en el caso de los paí­ses industrializados, «a pesar del apoyo de una coalición de paí­ses desarrollados y la gran mayorí­a de los paí­ses en desarrollo».

«No podemos permitir otra vez que las negociaciones en puntos realmente importantes sean secuestradas de esta manera», agregó el ministro.

Aunque sólo nombró a China, el entorno de Miliband precisó al Guardian el domingo que las acusaciones del ministro también estaban dirigidas contra Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba, así­ como Sudán.

China, el paí­s más contaminante del mundo, se defendió este lunes de las acusaciones y consideró haber desempeñado un papel «importante y constructivo» para llegar al resultado de esta cumbre.

El acuerdo «es fruto de los esfuerzos de todas las partes y recabó una amplia aprobación. El resultado no fue fácil y deberí­a ser apreciado», estimó el lunes el primer ministro chino Wen Jiabao en una entrevista con la agencia de prensa oficial China Nueva.

Como los británicos, el resto de paí­ses de la Unión Europea hubieran deseado que el acuerdo fuera más lejos, pero coincidieron en que el acuerdo alcanzado tras la intervención de los lí­deres era «mejor que nada».

«Cuando llegaron los dirigentes, no habí­a ni siquiera un acuerdo marco que discutir y tuvimos 24 horas, un tiempo corto, para hacer un texto que deberí­a haberse negociado durante las dos semanas de la conferencia», señaló el primer ministro danés, anfitrión de la cumbre.

Parí­s por su parte responsabilizó también al Congreso de Estados Unidos, «que impide (al presidente Barack) Obama ir más lejos y al «fracaso del sistema de la ONU», que obliga a llegar a un consenso entre 192 paí­ses con intereses sumamente «divergentes y contradictorios», según declaró este lunes su ministro de Medioambiente, Jean-Louis Borloo, a la radio privada francesa RMC.

El acuerdo, que recoge también el compromiso de los paí­ses desarrollados de movilizar hasta 100.000 millones de dólares para ayudar a los paí­ses pobres más afectados por el cambio climático, fue calificado de «una ofensa, una vergí¼enza» por el presidente boliviano Evo Morales, que defendió los intereses del ALBA con su homólogo venezolano Hugo Chávez y quedó nuevamente excluido del proceso de decisión.

«La deuda ecológica, la deuda climática no tiene precio», agregó en una entrevista con el diario español El Mundo.