Guatemala cuenta desde hace unos años con el activo apoyo de la comunidad internacional para mejorar su sistema judicial y acabar con la impunidad, pero la desconfianza hacia la Policía y los tribunales induce todavía a muchos guatemaltecos a aplicar justicia con su propia mano.

En las últimas dos semanas nueve presuntos delincuentes fueron linchados por turbas iracundas, una práctica común en poblados de un país que intenta consolidar sus instituciones democráticas tras poner fin en 1996 a una cruenta y larga guerra civil.
Este año 42 presuntos delincuentes han muerto a manos de turbas que se toman la justicia en sus manos, más del doble que el año pasado (17), según datos del poder judicial y la policía.
Otros 210 lograron sobrevivir a las golpizas o fueron rescatados por la policía.
«Los linchamientos tienen un efecto terrible para el país porque nos da una imagen de barbarie a nivel internacional y de un no Estado, es decir, que somos incapaces de vivir con normas y en estado de derecho», dijo el director de la organización indígena Naleb, el politólogo ílvaro Pop.
El lunes, campesinos de Santiago Chimaltenango, una pequeña aldea del norte del país fronteriza con México, lapidaron a un hombre al que acusaban de haber participado en un secuestro.
Un día antes, una turba linchó a otro hombre y arremetió contra la policía, destruyendo un cuartel y cuatro autopatrullas en Panajachel, a orillas del lago Atitlán, uno de los principales centros turísticos del país.
Tres mujeres, entre ellas dos hermanas, sobrevivieron al ataque de la muchedumbre al ser rescatadas por la policía, que lanzó gases lacrimógenos para contener a la multitud.
Pop afirma que los linchamientos son consecuencia de «un cúmulo de sentimientos económicos, sociales y de seguridad», que lleva a muchas personas a buscar una «venganza» inmediata cuando atrapan a un presunto delincuente.
«Es una manifestación que se ha acumulado y ejecutan una venganza, mas lo ven como un acto de justicia», aseguró.
Pop cree que las noticias de los ajusticiamientos merman la llegada de turistas y desincentivan la inversión extranjera, frenando el mejoramiento de las condiciones de vida en un país donde la mayor parte de la población vive en la pobreza, diagnóstico que es compartido por la Cámara de Turismo.
«Un lugar, para considerarse competitivo a nivel mundial (en turismo), debe ser seguro, donde los derechos humanos se respeten, el medio ambiente sea amigable y cumpla con los requisitos», dijo el presidente de la Cámara, Mariano Beltranena.
En septiembre de 2007 comenzó el trabajo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), creada por Naciones Unidas para ayudar a desmantelar los aparatos clandestinos incrustados en el Estado guatemalteco y reducir la cifra de crímenes que quedan sin castigo, que llega a 98%.
Desde entonces la CICIG ha tenido un activo papel en la investigación de asesinatos que causaron gran conmoción, y en la investigación y denuncia de funcionarios corruptos.
Sin embargo, muchos guatemaltecos siguen desconfiando de la justicia y no dudan en castigar a los delincuentes con su propia mano.
«Los linchamientos son un reflejo de la desconfianza en la Policía, el Ministerio Público y el Organismo (Poder) Judicial», dijo Mario Polanco, director del Grupo de Apoyo Mutuo, una entidad de derechos humanos.
Mario Polanco
director del Grupo de Apoyo Mutuo
ílvaro Pop
director de Naleb
Un linchamiento es la ejecución sin proceso por parte de una multitud a un sospechoso o a un reo. Su origen viene del estadounidense Charles Lynch, juez del estado estadounidense de Virginia en el siglo XVIII, quien en 1780 ordenó la ejecución de una banda de conservadores (tories) sin dar lugar a juicio.
Un linchamiento se puede producir sin que finalmente se produzca la muerte del linchado. Supone la agresión por parte de un grupo de personas con la finalidad de dar muerte.
Normalmente el linchamiento es un acto que está fuera de la ley, y que está penado para proteger el orden público, ya que el Estado debe proteger su monopolio en el uso de la fuerza (ius puniendi). Se suele producir de forma espontánea por motivos sociológicos concretos, normalmente por la conmoción que ha podido producir en una sociedad un delito concreto. Sin embargo, un linchamiento también puede haber sido provocado por motivos racistas, religiosos, políticos o de otra índole, e incluso estar planificado con antelación.
Esta práctica se siguió aplicando, principalmente por parte de racistas blancos, mucho después de que la justicia estadounidense estuviera plenamente consolidada, a tal punto que entre 1882 y 1951 fueron asesinadas por linchamiento en los Estados Unidos 4730 personas, el 73 por ciento de las cuales eran ciudadanos negros.
En países en desarrollo el linchamiento se da ocasionalmente tanto en el medio rural como el urbano. Se ha tratado de concienciar el estado de derecho, debido a que algunos linchamientos son planeados por grupos de interés o producto de acusaciones falsas.