En 1942, los encargados de aquel campo de concentración nazi decidieron que escogería al azar a uno de sus prisioneros para ejecutarlo enfrente de todos.
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El elegido fue un muchacho judío, quien al saberlo imploró clemencia, pero se la negaron. Entonces, Johan Kreitz, otro reo, se ofreció para ir al paredón de fusilamiento en vez del joven.
Los alemanes se desconcertaron al ver esa actitud de Valentía, pues lo que querían con las ejecuciones era bajar la moral de los detenidos. Como no habían logrado su objetivo, acordaron cancelar la pena.
Tiempo después le preguntaron a Johan que por qué se había puesto en peligro por alguien que no conocía.
– Porque la vida se vuelve más hermosa cuando la arriesgas por salvar a un hermano -respondió humildemente.
TU VIDA Sí“LO TIENE SENTIDO CUANDO LA DEDICAS A LOS DEMíS.