Nuestro futuro está en Marte


Marte ha sido un lugar idí­lico que despierta la imaginación de los literatos de ciencia ficción y de utopí­as futuristas. FOTO LA HORA: ARCHIVO

El hombre deberí­a establecer bases en la Luna y colonizar Marte porque ese planeta es «nuestro destino» y los humanos llegaremos a ser marcianos, sentenció a sus casi 90 años el escritor estadounidense Ray Bradbury homenajeado en la Feria del Libro de Guadalajara, México.


Ray Bradbury (1920), escritor estadounidense de ciencia ficción, conocido por su obra

«Hace 40 años que el hombre llegó a la Luna, debimos quedarnos en la Luna para colonizar Marte. Marte es nuestro destino», respondió Bradbury a la pregunta de una de las cientos de personas que abarrotaron el salón en el que se rindió homenaje, ví­a satelital, al autor de «Fahrenheit 451», un clásico de la literatura futurista, que vende 50.000 ejemplares anuales.

Bradbury es la figura más notable de la delegación de escritores de la ciudad estadounidense de Los íngeles, a la que está consagrada este año la Feria de Guadalajara, el evento editorial más importante en español.

Durante más de hora y media el longevo escritor respondió paciente las preguntas de un público mayoritariamente joven que lo ovacionó.

«Me preocupa que no estemos en Marte, tenemos que ir a la Luna y poner una estación espacial y ser los marcianos. Tenemos que colonizar, luego ir a Alfa Century» y seguir expandiendo a la humanidad en el Universo, añadió enfático el autor de «Crónicas Marcianas».

El autor recomendó a los jóvenes evitar la universidad porque «no es una buena experiencia» y aseguró que la mejor educación está en las bibliotecas, donde él, que no pudo hacerse profesional debido a la pobreza de su padre, pasó diez años aprendiendo.

Fue justamente en la biblioteca de la universidad de California donde escribió en 1951 su célebre «Fahrenheit 451». Bradbury, que entonces ganaba 20 dólares semanales, descubrió que en el sótano de la biblioteca habí­a veinte máquinas de escribir que funcionaban con monedas. «Dios, esta será mi oficina dije», indicó.

«Poní­a moneda tras moneda, en nueve dí­as gasté nueve dólares. Qué tal nueve dí­as para la primera versión de «Fahrenheit 451″», alardeó sobre la obra inspirada en la quema de libros judí­os que ordenó Adolfo Hitler.

«Quise escribirlo para advertir, para proteger el conocimiento, proteger las bibliotecas y ponerlas de moda», añadió.

Bradbury, quien hizo gala del ingenio que también plasma en su obra, se jactó de su memoria prodigiosa, cualidad que atribuyó al hecho de haber sido «un bebé que me quedé 10 meses en el vientre de mi madre», según aseguró.

Y para dar prueba de ello a continuación, con tono convencido, relató los detalles del dí­a en que llegó al mundo el 22 de agosto de 1920, el sabor de la leche materna y el «dolor» que sintió al momento en que lo circuncidaron.

Luego evocó por su nombre a sus amigos chicanos de la infancia, aludió a sus viajes a México, a los cineastas con los que convivió y recordó vivamente el momento en que decidió ser escritor.

Ese dí­a, dijo sin inmutarse, un hombre condenado a la silla eléctrica, por cuyo cuerpo corrí­a energí­a de alto voltaje y con el cabello parado, de pronto se incorporó, lo señaló y le dijo: «vivirás por siempre».

«El señor eléctrico me hizo vivir por siempre y ser escritor», sentenció el longevo autor.

Luego se dio tiempo para recomendar a los jóvenes que aspiran a ser escritores «hacer las cosas con amor, amar lo que se hace» y si tus amigos no lo valoran «diles que Ray Bradbury te dijo que les dijeras: «estás despedido, fuera de mi vida»», sugirió.

El auditorio encantado por las respuestas lo despidió al final entre aplausos y gritos. «Mi sueño serí­a que me encantarí­a bailar un tango con todos ustedes», exclamó antes de desaparecer de la pantalla satelital.