La patria que soñó el poeta


José Luis López Garcí­a, A-1 301386

Julio Fausto Aguilera, poeta de cepa revolucionaria, soñó una vez, una patria con mucha abundancia y prosperidad. Soñó con muchos domingos de algarabí­a, en donde los patojos jugaran a la pelota, teniendo un porvenir feliz, sin diques ni tentáculos neoliberales. Ansió el poeta, una patria con carreteras rebosantes en donde circularan camiones repletos de verduras y frutas accesibles al pueblo.

La patria que ansió don Julio Fausto, fue una patria sin bufones en la polí­tica ni charlatanes de oratoria, funcionarios en mangas de camisa repartiendo no bicocas sino porciones de rica cultura, revolución educativa exenta de toda alharaca publicitaria.

Eran tiempos en que los sueños del poeta le brotaban a borbotones, y la griterí­a de la muchedumbre era de un gozo perpetuo, pues abundaban las panaderí­as y las sonrisas. En aquel sueño nunca cesaban de sonar las marimbas. Aquel anhelo revolucionario era como una fuente de agua cristalina que bañaba los corazones de los guatemaltecos que añoraban una patria próspera.

Era una explosión de sueños en la mente creadora del poeta que ansiaba un mundo primaveral, un perpetuo concierto de campanas y un olor a fragante pino. Felices sonrisas del obrero y el campesino, escuchando el canto del poeta con su guitarra octubrina: /Aquí­ donde los obreros de un sindicato/ /bailan celebrando una conquista;/ /aquí­ donde tiene más sentido la palabra compañeros,/ /aquí­ donde la democracia/ /es anhelo y fervor inclaudicables;/ /aquí­ donde la mí­nima escritura de un código/ /levantada por manos limpias/ /es colosal espada/ /contra la iniquidad, contra el despojo;/ /aquí­ donde un seguro hospital para madres/ /es nido cantarino/ /donde nacen arrullos y esperanzas/.

Hoy, el poeta en silencio poco a poco se despide, pero sus versos respiran eternos. Aquellos hacedores de la revolución, los legí­timos revolucionarios, ya no están en este mundo, pero siguen siendo los guardianes de la patria. La semilla revolucionaria quizá aún no ha florecido, y talvez algún dí­a comience a florecer en esos niños que juegan con trocitos, en las calles de lo suburbios. Nació el poeta en Jalapa, pero su poesí­a llegó a los universos de aquellos que también ansí­an una patria con abundante pan y libros.