El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, sostuvo ayer que la ejecución del ex dictador iraquí Saddam Hussein pareció una «revancha» sectaria y que aleja aun más el fin de la violencia en el devastado Irak.
Bush declaró a la cadena de televisión PBS que el ahorcamiento del derrocado dictador «reafirmó las dudas» sobre la gestión del primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, y dejó claro que su gobierno «aún necesita madurar».
El presidente estadounidense dijo que estaba «satisfecho» con los juicios de Saddam Hussein y de dos de sus más altos colaboradores, que también fueron ejecutados, pero agregó que con el cumplimiento de las tres condenas a muerte el gobierno iraquí estaba dando pasos «a tientas».
«Cuando se lo ejecutó, parecía que se trataba de una suerte de revancha mortal. Y envió una señal contradictoria al pueblo estadounidense y a los pueblos de todo el mundo», dijo Bush a la cadena.
«Y esto demuestra que se trata de un gobierno que aún tiene que madurar», afirmó el presidente norteamericano.
Imágenes ampliamente difundidas del ahorcamiento muestran a algunos custodios del derrocado dictador burlándose de él en los momentos finales y vivando el nombre de un clérigo chiíta enemigo de Saddam.
Bush señaló asimismo que la ejecución «reafirmó las dudas» sobre la voluntad de al-Maliki de terminar con la violencia.
El presidente agregó que «la ejecución de Saddam, sin embargo, fue en cierta medida un momento importante, porque cerró un capítulo terrible y le da al gobierno de unidad la posibilidad de avanzar».