La derecha populista suiza, en un nuevo intento de atizar el miedo al extranjero, pide a los electores que prohíban el domingo en referéndum la construcción de minaretes, por considerar que las torres de las mezquitas son el símbolo del poder político del islam.
El secretario general de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), Ekmeleddin Ihsanoglu, se declaró diplomáticamente «convencido de que el pueblo de Suiza (…) tomará la mejor decisión», pero advirtió que esa medida «generaría incomprensión en el extranjero y dañaría la imagen de Suiza».
Los partidarios de la prohibición no se detienen en matices: sus anuncios representan a una mujer totalmente velada ante una bandera suiza cubierta de minaretes, o alminares, cuyas siluetas estilizadas se aparentan a los misiles.
Esta imagen «atiza el odio», denunció la Comisión Federal contra el Racismo (CFR), un organismo público consultivo, en tanto que el Comité de Derechos Humanos de la ONU expresó su inquietud ante esta campaña de «anuncios siniestros».
Fuera del objeto mismo del referéndum, el debate sobre los anuncios divide profundamente a Suiza: algunas ciudades han prohibido esta propaganda mientras otras prefieren no limitar el derecho a la libertad de expresión.
El gobierno y los grandes partidos políticos, desde la izquierda hasta el centroderecha, pidieron solemnemente a los suizos rechazar el proyecto de prohibición, que sería contrario a los derechos humanos y pondría «en riesgo la paz religiosa», según advirtió la ministra de Justicia, Eveline Widmer Schlumpf, que había pertenecido al partido UDC de la derecha populista.
El Consejo Suizo de Religiones, que agrupa a dirigentes de las iglesias cristianas y de las comunidades judías y musulmanas, también condenó la iniciativa de la derecha populista.
Los obispos exhortaron a sus fieles a no dejarse llevar por los llamados xenófobos y abogaron por «una actitud de comprensión recíproca en el diálogo y el respeto mutuo».
«El miedo es mal consejero», advirtieron.
Las dos mayores organizaciones de la comunidad judía en Suiza se declararon «firmemente» opuestas a una prohibición de minaretes.
Pese a esta masiva oposición, los partidarios de la prohibición repiten que no se trata de privar a los musulmanes de lugares de culto, sino de rechazar un «símbolo aparente de una reivindicación político-religiosa del poder, que cuestiona los derechos fundamentales».
Para Amnistía Internacional, no cabe la menor duda de que «una prohibición general de la construcción de minaretes violaría el derecho de los musulmanes en Suiza a profesar su religión» y constituiría una discriminación.
Según las últimas estadísticas gubernamentales, en Suiza hay 400.000 musulmanes, 50.000 de ellos practicantes, sobre una población de 7,5 millones de habitantes. El islam es la segunda religión del país, después del cristianismo. Hasta ahora cuatro minaretes fueron construidos en Suiza junto a mezquitas.
Los sondeos auguran un rechazo de la propuesta por un 53% de los votos, aunque el bando de los antiminaretes parece reforzarse ligeramente, según una reciente encuesta.