Micheletti: drama o sainete


Este fin de semana en Honduras se procederá a realizar un evento mediante el cual se pretende, a través de la votación de quienes concurran, superar la tragedia que para la democracia y para quienes a nivel mundial desean la consolidación de este sistema polí­tico, remplazar al gobierno de facto que la supercúpula económica de ese paí­s y sus subordinados gestaron al deponer ilegalmente al presidente constitucional Manuel Zelaya.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

A Roberto Micheletti y a quienes de una u otra forma, de buena o mala fe, han aceptado mantener el gobierno de facto en Honduras, no se sabe si calificarlos de autores de un drama, de una tragedia o de una comedia, para evitar que el pueblo de Honduras pudiera opinar que habí­a llegado el momento en que deseaban una constituyente que pudiese en el futuro ser convocada y así­ sustituir la camisa de fuerza constitucional que le colocaron al pretender que en esa norma fundamental existan conceptos pétreos cual ley eterna.

 

Los pocos meses que el Gobierno de facto de Micheletti ha estado en Honduras pueden ser más que un drama, un sainete porque han sido un intermedio dramático y jocoso. Dramático porque en sus pocos meses de actuar han lesionado la economí­a y hundido a la mayorí­a de la población hondureña en un retroceso de por lo menos 20 años. Jocoso porque sin pretenderlo han puesto ante los ojos del mundo la necesidad y la obligación de repudiar a su Gobierno de facto y porque han pretendido sustituir la observación sólida, eficiente y respetable que hace la Organización de Estados Americanos de un evento eleccionario democrático por la presencia de observadores que mayoritariamente representan las cúpulas económicas de Centroamérica, ejemplo Cacif y el CIEN; han logrado consciente o inconcientemente que personas que no son legí­timos representantes de la democracia hagan un turismo del evento eleccionario que pretenden sea la tabla que puede en el futuro sacar a flote a la democracia en Honduras mediante el nacimiento de un gobierno que no sea responsable de todos los abusos, de todas las ilegalidades y de todas las incorrecciones que en nombre de los grupos de poder de Honduras realizó Roberto Micheletti en contra del Derecho.

 

El resultado de la elección esperemos que, independientemente de su pecado original, de su bastardí­a, pueda ser reconocido y aceptado por el presidente Manuel Zelaya, quien puede y debe sacrificarse para que el pueblo de Honduras pueda reivindicarse y así­, aunque sea lentamente, lograr que los paí­ses que integran la OEA, Naciones Unidas, la comunidad centroamericana, la Unión Europea, el Grupo de Rí­o y demás democracias, bajo la solicitud de Zelaya, perdonen el pecado, perdonen lo espurio y en aras de la democracia y por el bien de todos los ciudadanos de Honduras, conviertan, a partir del 27 de enero, al presidente que asuma en un presidente y un Gobierno legí­timo.

 

Esperemos que ese nuevo presidente, ese nuevo Congreso, también en prueba de su deseo de dejar atrás la grave mancha y todas las faltas, errores y delitos cometidos, decreten una amnistí­a que cubra en todo sentido a quienes de una u otra forma violaron el Estado de Derecho. Sólo así­ podrá detenerse y cauterizarse todo el daño realizado, logrando de esa forma concluir el drama o el sainete Micheletti.