Cientos de miles de peregrinos se dirigían hoy al valle de Mina, cerca de la ciudad saudita de La Meca, para emprender los ritos de una peregrinación bajo fuertes medidas de seguridad ante el riesgo de avalanchas humanas y de propagación de la gripe H1N1.
A pie o en autobús, en medio de inextricables atascos de tráfico, los peregrinos vestidos con su inmaculada túnica blanca recorrían la decena de kilómetros que separa a la primera ciudad santa del Islam del rocoso valle de Mina, donde deben pernoctar.
Las autoridades sauditas no precisaron el número total de peregrinos registrados este año pero, según una fuente oficial, el país entregó visados a 1,6 millones de peregrinos extranjeros, a los que se suman cientos de miles de fieles residentes en Arabia Saudí.
Más de 100.000 agentes de las fuerzas del orden están a cargo de la seguridad durante la peregrinación. A ellos se suman 20.000 efectivos médicos debido al temor de propagación de la gripe H1N1.
Pocos peregrinos llevaban máscaras el miércoles en su camino a Mina por una carretera en la que circulaban numerosas clínicas móviles y ambulancias.
También se colocaron cámaras térmicas en las entradas del valle para detectar a los peregrinos que tengan una temperatura elevada.
Riad descartó sin embargo el riesgo de una pandemia de gripe H1N1 durante la peregrinación, marcada hasta ahora por el anuncio de cuatro casos mortales entre los fieles.
«Hay hasta ahora 67 casos comprobados o sospechosos de gripe H1N1», declaró a la AFP el portavoz del ministerio de Salud, Jaled Mirghalani, precisando que 60 de ellos fueron hospitalizados. «Todo va bien», agregó.
Más que el virus gripal, las autoridades sauditas temen las avalanchas humanas y los movimientos de pánico en el seno de esta marea de fieles, como sucedió en 2006, cuando 364 personas murieron literalmente aplastadas durante la peregrinación.
También les preocupa que los 65.000 peregrinos iraníes presentes organicen su ya tradicional protesta antiestadounidense. Las autoridades sauditas advirtieron contra toda manifestación política durante la peregrinación. En 1987 una protesta de los peregrinos iraníes provocó disturbios que se saldaron con más de 400 muertos.
Los peregrinos deben pasar la noche en tiendas de campaña resistentes al fuego instaladas por las autoridades sauditas en Mina, antes de desplazarse el jueves al monte Arafat, también conocido como Monte de la Misericordia, momento culminante de la peregrinación.
Después deben regresar a Mina para inmolar un cordero en recuerdo del sacrificio que estuvo a punto de cumplir Abraham al querer matar a su hijo por orden de Dios. Este rito marca el inicio de la fiesta de Al Adha, que se celebra este jueves.
La peregrinación a La Meca, en el oeste de Arabia Saudita, es uno de los cinco pilares del islam que todo fiel debe cumplir al menos una vez en su vida si tiene los medios para ello, y comporta varias etapas.
Denominada «Hajj», esta peregrinación tiene lugar una vez al año en el inicio del mes lunar musulmán de «dhu al hajja». El ritual se limita así en el tiempo, y también en el espacio, que se ciñe a la ciudad de La Meca y sus alrededores, lugares prohibidos para los no musulmanes.
Para el fiel, el «hajj» comienza por proclamar de su intención de efectuar este rito espiritual.
Cuando llega al perímetro fijado en torno a La Meca, debe purificarse y llevar solamente pedazos de ropa sin coser.
Procede después a dar siete vueltas a la Kaaba, una construcción cúbica en torno a la cual se construyó la Gran Mezquita. A cada vuelta, debe besar una piedra negra incrustada en una de las esquinas de la Kaaba.
Viene después la deambulación entre Safa y Marwa -dos lugares cercanos a la Gran Mezquita- siguiendo los pasos de Hajar, esposa del profeta Abraham, que según la tradición musulmana corrió entre los dos lugares para buscar agua para su hijo, el profeta Ismail, hasta que la fuente de Zamzam surgió a sus pies.
Tras esto, el fiel se desplaza al valle de Mina, donde debe pernoctar, antes del momento culminante de la peregrinación: una jornada de oraciones e invocaciones en el Monte Arafat.
Al caer la noche, los peregrinos de dirigen a Muzdalifa para prepararse para el Aid al Adha, la fiesta del sacrificio, que consiste en inmolar un cordero en recuerdo de Abraham, que según la tradición musulmana estuvo a punto de inmolar a su hijo Ismael ante el arcángel Gabriel, quien en el último momento le propuso sacrificar a un animal en su lugar.
Los fieles realizan después la lapidación de las tres estelas que representan a Satán en Mina, a 8 km de Muzdalifa. El primer día deben lanzar siete piedras contra la mayor de ellas y durante los dos días siguientes, 21 contra las tres, grande, mediana y pequeña.
La peregrinación se termina por nuevas circunvalaciones en torno a la Kaaba.
La visita a la ciudad de Medina, donde se encuentra el mausoleo del profeta Mahoma, es facultativa y puede realizarse antes o después del «hajj».
Los otros cuatro pilares del islam son la profesión de la fe, la oración cinco veces diarias, el ayuno durante el ramadán y la limosna legal.