Aunque los responsables del Liverpool aseguren que la eliminación del club inglés ayer en la fase de grupos de la Liga de Campeones es un accidente sin grandes consecuencias, ese batacazo hace temer más que nunca el inicio de un declive de los «Reds» de Rafael Benítez.
La salida de Europa por la puerta de atrás «no tendrá ninguna consecuencia para Rafa», aseguró el director ejecutivo Christian Purslow, cuando según las malas lenguas resultaría carísimo destituir al técnico español, que tiene contrato hasta 2014.
Pero lo cierto es que el Liverpool no sufría semejante desilusión en su competición preferida desde 2002. Aquel fracaso marcó el principio del fin de Gérard Houllier, que, como Benítez, era inmensamente popular entre la afición.
Los hinchas prefieren verse reflejados en el ejemplo de su gran rival el Manchester United, que supo utilizar una desilusión parecida en 2005 para recuperarse y ganar tres títulos de campeón de Inglaterra y uno de campeón de Europa en las siguientes temporadas.
La Premier League será decisiva, empezando por la cita del domingo en casa del Everton, su rival de la ciudad. Los «Reds», séptimos, tienen que asegurarse un lugar entre los cuatro primeros para clasificarse para la próxima Liga de Campeones.
Con 13 puntos menos que el Chelsea, el título parece ya fuera del alcance pero Rafa Benítez asegura que, si logra tener de nuevo en plena forma a grandes bazas de su plantilla como Fernando Torres o Steven Gerrard, está «seguro al cien por cien» de terminar en el «Top Four».
Para conseguirlo, tendrá que mejorar el nivel de un equipo que no ha ganado más que dos de sus 11 últimos partidos y admitir que su balance no se debe únicamente a las lesiones y a la mala suerte, como decía el martes.
Después de que el Liverpool quedara eliminado a pesar de ganar 1-0 al Debrecen húngaro, los aficionados reclamaron el «segundo premio», como lo llama Gerrard: ganar la Europa League (antigua Copa de la UEFA).
Pero, con Valencia, Hamburgo, Fenerbahí§e o Benfica procedentes también de la Liga de Campeones, el Liverpool no tiene precisamente un camino de rosas por delante.
Para colmo, las deudas del Liverpool se elevan a unos 280 millones de euros aunque parece poco probable un desenlace tan desastroso como el que llevó a la quiebra al Leeds después de un fracaso semejante.
«Hemos sido prudentes», decía Purslow.
El Liverpool había presupuestado una eliminación en octavos de final, que le habría supuesto unos 3 millones de euros de ingresos. Si supera tres rondas de la Europa League, compensará esa pérdida: al ganar la UEFA el año pasado el Werder Bremen ingresó más que el Bayern Múnich, eliminado en cuartos en «Champions».
Pero, en términos de imagen, los dueños del Liverpool tendrán más problemas para atraer inversiones con un reclamo como la Europa League, mucho menos glamourosa que la Liga de Campeones. Aunque las cosas se pondrían aún peor si Manchester City o Tottenham le arrebataran su lugar entre los cuatro primeros.
Además, algunos, como el ex jugador Jamie Redknapp, dudan que Fernando Torres se quede en Liverpool si no juega la «Champions» el año que viene. Lo mismo vale para Gerrard y, según la prensa británica, el argentino Javier Mascherano ya tiene en mente al Barcelona.
Y ese éxodo no haría sino reforzar la tesis del declive.