Deuda pública de paí­ses ricos, nuevo peligro para la economí­a mundial


Tras haber librado la batalla contra la recesión, los paí­ses ricos deberán ocuparse ahora de la explosión sin precedentes de la deuda pública, otra herida abierta por la crisis que podrí­a poner en riesgo su estabilidad.


Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la deuda pública de los 30 paí­ses más avanzados del mundo reunidos en su seno alcanzará en 2010 en promedio el umbral simbólico del 100% de su PIB (Producto Interior Bruto), marcando la casi duplicación de su endeudamiento en 20 años.

El que se encuentra en peor situación es Japón, que verá cómo su deuda pública roza el 200% de su PIB. Italia (127,3%) y Grecia (111,8%) son los otros dos miembros de la OCDE más comprometidos, según estimaciones de la organización.

Si las causas del mal son conocidas –caí­da de los ingresos fiscales vinculada con la recesión y alza del gasto público para sostener la economí­a–, sus consecuencias no lo son tanto.

«Una deuda del 100% del PIB significa que todo lo que se ha producido durante un año deberí­a ser dedicado al reembolso de los adeudado. ¿Se encuentran los gobiernos en situación de hacerlo?», se preguntó la analista Cinzia Alcidi, del Centro de Estudios de Polí­ticas Europeas, con sede en Bruselas.

La pregunta no es meramente retórica, ya que si los mercados comienzan a dudar de la capacidad de pago de los paí­ses desarrollados, podrí­an abandonar sus tí­tulos públicos (obligaciones, bonos del Tesoro) y secar el circuito de suministro de dinero fresco.

«Si la deuda continúa subiendo, es posible imaginar que un paí­s tenga problemas para financiarse», explicó Jean Pisani-Ferry, del Centro de Estudios Bruegel, con sede también en Bruselas.

Sin llegar al escenario catastrófico de la quiebra de un Estado, como ocurrió con Argentina a fines de 2001, esta desconfianza de los mercados tendrí­a un costo.

«Si el endeudamiento continúa, podrí­a ser negativo a largo plazo» para la buena calificación de los Estados desarrollados, que les permite obtener préstamos a tasas reducidas, advirtió el economista Brian Coulton, de la agencia financiera Fitch, de Londres.

En ese caso podrí­a activarse un cí­rculo vicioso. Obligados a pagar más intereses a sus acreedores, los Estados verí­an cómo se vuelve más pesada la carga de su deuda, lo que los forzarí­a a endeudarse nuevamente para ir saldando vencimientos.

«Es eso lo que hace que la deuda sea explosiva», subrayó de su lado Michel Aglietta, del Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales.

Según un «escenario extremo» del banco Société Générale, la explosión continua del endeudamiento podrí­a provocar incluso «una nueva recesión», según su autor Daniel Fermon.

Frente a esta situación, no hay muchas soluciones disponibles.

En los papeles, el regreso del crecimiento permitirí­a reducir los déficits y, de este modo, el recurso al préstamo, aunque esta posibilidad es «muy incierta» a raí­z de la timidez de la reactivación, según Brian Coulton.

En forma tradicional, la inflación permite aliviar el valor relativo de la deuda una vez que los precios progresan más rápido que las tasas de interés.

Pero este camino afecta el poder de compra de los hogares y puede provocar «una fuga de capitales privados hacia los paí­ses menos inflacionistas», según Michel Aglietta.

La alternativa, entonces, parece reducida. «Será necesario aumentar los impuestos o cortar los gastos públicos», resumió Jean Pisani-Ferry.