El venerable Wojtyla


   «Santo subito» (santo ya) solicitaron urgentes los cristianos en aquel lejano 2 de abril del 2005 alrededor del difunto cuerpo de Juan Pablo II.  Los católicos tení­an entonces (y tienen aún) la sensación de que Karol Wojtyla era un hombre de virtudes extraordinarias que merecí­a pronto alcanzar la gloria de Bernini.  Y vaya que las cosas han pasado de prisa.

Eduardo Blandón

    Desde el inicio se sabí­a que el proceso iba a ser diferente.  La reglamentación eclesial normalmente indica que debe esperarse cinco años antes de iniciar cualquier  causa de beatificación, pero en el caso de Juan Pablo II (ya se habí­a hecho cosa semejante con Teresa de Calcuta), se obvió el procedimiento.  Una declaración vaticana manifestó en aquellos dí­as lo siguiente:

 

Benedetto XVI, considerate le peculiari circostanze esposte, nell»udienza concessa al medesimo Cardinale Vicario Generale il giorno 28 del mese di Aprile di questo anno 2005, ha dispensato dal tempo di cinque anni di attesa dopo la morte del Servo di Dio Giovanni Paolo II (Karol Wojtyla), Sommo Pontefice, cosicché la causa di Beatificazione e Canonizzazione del medesimo Servo di Dio possa avere subito inizio. Nonostante qualsiasi cosa in contrario.

 

Una traducción simple indica que no obstante la norma y «cualquier cosa contraria» se autoriza la dispensa de cinco años de espera después de la muerte de quien se presume murió en olor de santidad.   El «santo subito» desde entonces ha ido viento en popa.  Los milagros del difunto papa polaco aparecen por montón y aumenta la conciencia de su vida virtuosa.  Pero el suceso extraordinario que lo convertirá en una figura relevante del santoral proviene de una curación realizada a sor Marie Simon Pierre, una francesa que trabajaba en una maternidad de Aix-en-Provence que sufrí­a la enfermedad de Parkinson.

 

El testimonio de la monja indica que el 2 de junio de 2005 anunció que no podí­a seguir trabajando a causa de la enfermedad.  La superiora le pidió que escribiera en un papel Juan Pablo II y sor Marie fue incapaz.  Esa misma noche, sola en su cuarto, la religiosa lo intentó de nuevo y escribió palabras legibles. A la mañana siguiente no percibí­a ningún sí­ntoma del Parkinson. Los médicos la consideran curada de forma «inexplicable para la ciencia», lo que permite que la Iglesia acepte que hubo una intercesión milagrosa de Juan Pablo II.

 

La Iglesia no ha podido sino reconocer la santidad de Juan Pablo II y ha anunciado, el pasado 17 del presente mes, que lo proclamará «venerable» en pocos dí­as.  Es decir, la Congregación para las Causas de los Santos aprobó la declaración de sus virtudes heroicas y sólo falta la firma de Benedicto XVI para que esto proceda.  Si todo marcha como hasta ahora, se ha informado que la beatificación del papa mediático se celebrará el 17 de octubre del 2010. 

 

¿Santo subito?  Sí­, por supuesto, es un santo de esos que se cocinan de inmediato.  No cabe duda que estas noticias llenan de alegrí­a a muchos miembros de la feligresí­a católica, pero hay que reconocer, también, que en otros procura amargura por su presunta actitud reaccionaria e intolerante.  En lo que a mí­ respecta, tengo fresca su imagen cuando en una de sus visitas a Managua, Nicaragua, pude tener acceso a él y le aseguro que en el hombre habí­a algo de extraordinario.  ¿Era ese olor de santidad, como algunos llaman?  No lo sé, pero sin duda muchos lo sentí­amos alguien especial.