Elección para sacar a Rumania de la crisis polí­tica


Los rumanos votan este domingo para elegir presidente, en un escrutinio crucial para cerrar la crisis polí­tica que agita al paí­s dirigido desde hace dos meses por un Gobierno débil y enfrentado a una recesión severa.


Doce hombres aspiran al cargo, pero el duelo decisivo tendrá como probables protagonistas en la segunda vuelta, el 6 de diciembre, al presidente saliente de centro-derecha Traian Basescu y al lí­der de los socialdemócratas (PSD, oposición), Mircea Geoana.

A menos que el liberal Crin Antonescu, partidario de un recorte impositivo, dé la sorpresa.

Basescu, de 58 años, ex capitán de marina elegido presidente en 2004, y Geoana, de 51 años, ex embajador en Estados Unidos y luego ministro de Relaciones Exteriores entre 2000 y 2004, pueden obtener de 30% a 32% de votos según los sondeos.

«En 2004, el meollo de la elección tení­a que ver con el éxito de la integración en la UE. En 2009, gane quien gane, Rumaní­a no se apartará de su camino», indicó a la AFP Alina Mungiu-Pippidi, directora de la Sociedad Académica Rumana.

El vencedor deberá designar rápidamente un primer ministro capaz de reunir una mayorí­a parlamentaria y sacar adelante reformas muy esperadas por Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que concedieron a Rumaní­a un préstamo de 20.000 millones de euros.

Veinte años después de la caí­da del régimen comunista, este paí­s de 22 millones de habitantes ha vivido en unas semanas el final de la coalición entre demócratas-liberales (PDL, en el poder) y PSD, la caí­da del Gobierno, y el fracaso de dos primeros ministros sucesivos, designados por Basescu, a la hora de obtener el aval del Parlamento.

En el origen de este encadenamiento, la guerra abierta entre el jefe del Estado y la oposición, que tiene mayorí­a absoluta en el Parlamento.

Diabolizado por la clase polí­tica, exceptuando el PDL del que viene, y por parte de los medios, Basescu se dice ví­ctima de un «sistema deshonesto que quiere impedir la modernización del paí­s».

«La mayorí­a actual no se opone a mí­, sino a las reformas que lancé, incluida la eliminación de los privilegios de ciertas categorí­as», afirmó.

Basescu prometió aligerar un Estado «obeso» y convocó un referéndum, el dí­a de la elección, sobre una reducción del número de electos, de los 471 actuales a un máximo de 300, en el Parlamento unicameral.

«Durante su primer mandato, Basescu tuvo buenas iniciativas, pero careció de estrategia para llevarlas a cabo. Deberí­a interrogarse acerca de las razones por las que se encuentra totalmente aislado» en polí­tica, declaró a la AFP el analista polí­tico Cristian Ghinea.

Los adversarios del presidente saliente afirman que le critican menos el programa que los métodos, propios de un «dictador», que «no retrocede ante nadie con tal de lograr su objetivo».

Geoana denuncia el «régimen Basescu, salpicado de escándalos».

El candidato socialdemócrata, que se presenta como un «hombre de diálogo», está acusado de «populismo». «Geoana promete mucho, a la derecha y a la izquierda, viviendas subvencionadas y primas para los inmigrantes, pero no dice de dónde saldrá el dinero», dice Ghinea.

Según Mungiu, visto el reparto de escaños parlamentarios, «el futuro presidente deberá cohabitar con un partido de sensibilidad diferente a la de su origen», pero «Basescu parece menos proclive a ceder» a esta obligación.

Señal de hastí­o de los 18 millones de electores, después de una campaña marcada por revelaciones potencialmente molestas para Basescu, el í­ndice de participación deberí­a ser inferior al 50%.