Mañana se cumplen 20 años de la ratificación por parte del Estado de Guatemala de la Convención sobre los Derechos del Niño, período durante el cual se han registrado avances, pero también estancamientos, en lo que respecta a las condiciones de vida de la niñez guatemalteca.
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  En torno a esta conmemoración, la representación de la UNICEF en nuestro país ha divulgado un amplio y detallado documento, pero en vista de su extensión sólo me abocaré, resumidamente, a aspectos referidos a la violencia que sufren los infantes, la mortalidad materno infantil y la cobertura educativa, partiendo del hecho de que de los 13 millones de habitantes del país el 49 % es menor de 18 años, de modo que casi la mitad de guatemaltecos está integrada por niños y adolescentes.
   Como punto de referencia sobresale el dato que en 2008 murieron en forma violenta 493 menores de edad, de los cuales 41 niñas o niños perdieron la vida mensualmente, lo que significa un promedio de 9 fallecidos cada semana, a lo que se agrega que el Ministerio Público atendió 9.390 casos de delitos contra la seguridad de niños y adolescentes, mientras que la mortalidad infantil, que comprende de 0 a 1 año, fue de un poco más de 5 mil casos, la mortalidad de la niñez, es decir, menores entre 1 y 5 años, registró 2,238 casos, y la mortalidad materna reportó más de 2 mil mujeres fallecidas.
  Se destaca que los mayores índices de muertes por causas naturales ocurrieron en Alta Verapaz, San Marcos, Huehuetenango y Quiché, departamentos que son predominantemente indígenas y con altos índices de pobreza, y en los que también se registra el mayor número de mujeres jóvenes embarazadas, de entre 10 y 24 años de edad, entre las cuales 482 niñas de 10 a 14 años y 10,563 adolescentes de 15 a 19 años de edad.
  En torno a la escolaridad, la tasa neta es del 95% en el nivel primario; en el sector preprimario no llegó al 50%; en el ciclo básico fue del 37%, y en el diversificado la tasa de escolaridad sólo alcanzó el 20%. Sin embargo, conforme los datos de la UNICEF, durante los últimos años la cobertura de la educación ha avanzado de manera «importante», especialmente en el nivel primario; pero se advierte que mujeres, indígenas y hogares rurales no tienen igual acceso a la educación que los hombres, los ladinos y las familias urbanas.
   A lo anterior se agrega la baja tasa de finalización de los ciclos escolares, que en 2007 se ubicó en el 60% para la primaria y el 50% en el nivel básico, lo que permite visualizar el enorme desafío al que se enfrenta el sistema educativo, puesto que además de atraer niñas, niños y jóvenes a la escuela, también debe  evitar que la abandonen, y lograr que avancen en sus estudios.
   Adicionalmente, la realidad multiétnica y cultural del país no es atendida adecuadamente, en vista de que la población indígena en general ha tenido y sigue teniendo una escolaridad muy baja, de suerte que no alcanza el 3er. grado de primaria, con el 42.5% de analfabetismo en la población mayor de 15 años de edad en las zonas rurales, que se incrementa al 63% en las mujeres de esas misma áreas.
  En lo que atañe a la población en edad escolar, de 7 a 18 años, también el nivel educativo de los indígenas es más bajo en lo que respecta al promedio general del número de años aprobados. La media de años aprobados por los indígenas es de 4.5 años, y las de los no indígenas es de casi 7 años, y aunque la brecha entre ambos grupos raciales se ha reducido un poco, aún se mantiene una clara diferencia de nivel educativo que desfavorece a los indígenas.
  (Un racista profesor de cierta escuela rural primaria les dice a sus alumnos de 6º. grado -El que se considere bruto que se ponga de pie. Todos permanecen sentados hasta que se levanta Romualdito Tishudo. El maestro le pregunta: -¿Vos te creés bruto? El niño repone: -No profe, pero me dio pena verlo parado allí solito).