¿Menos corrupción pero más prostitución?


Es tal el afán de mucha gente por aparentar lo que no son, que la presente semana vimos diversas manifestaciones de algarabí­a porque habí­amos mejorado nuestra posición en el ranking de la percepción internacional en cuanto a corrupción se refiere. Pero a la hora de analizar la información escrita con mayor detenimiento que la escuchada o vista por la radio o la televisión, nos encontramos con que no hay tal mejorí­a, sino pí­rricas e interesadas declaraciones de que fue «el único paí­s de Centroamérica que habí­a logrado subir su indicador» por lo que Guatemala habí­a sido calificada como «regular» por el í­ndice que mide el programa «Transparencia Internacional».

Francisco Cáceres Barrios

Antes que nada hay que hacer notar que el paí­s no es el corrupto sino ese calificativo se le endilga a los ciudadanos. También hay que tomar en cuenta que se trata de una percepción y no de una medición exacta, es decir, que se habla de una representación en la mente de quienes evaluaron nuestra situación y no precisamente que esa sea la realidad por la que estamos pasando. Por otra parte, estarí­a bien autocalificarnos de «regulares», si hubiéramos alcanzado el nivel 5 de los 10 puntos máximos a obtener, posición en la que sí­ se encuentra nuestro vecino paí­s Costa Rica pero, que eso sirva para brincar de alegrí­a, es volvernos a ver cara de lo que no somos. Hay algo peor todaví­a en el simplista análisis e información que se nos presenta, como es que nuestras autoridades quieran tomar los resultados de la medición mencionada como logro de las pequeñí­simas acciones que se han tomado para combatir la corrupción.

Lo que más impresiona de todo esto es el contraste noticioso recibido el mismo dí­a, porque paralelamente se informó que el precio de los votos de nuestros legisladores habí­a subido para aprobar el proyecto de presupuesto 2010. De ahí­ el titular empleado en esta columna, ya que el significado de corrupción y prostitución es prácticamente el mismo. La primera, la acción y efecto de echar a perder o dañar y la segunda, la acción y el efecto de corromper, deshonrar o envilecer. Eso da como resultado que por un lado sonreí­mos porque alguien dice que hemos mejorado en cuanto a corrupción, pero a la vez comprobamos que la prostitución cotidianamente sigue en alza.

Por favor, ya basta de pretender engañar a la gente. Si en verdad queremos progresar es hora de ponerse a trabajar para combatir eficazmente la corrupción que sigue latente en todos los campos susceptibles de nuestra sociedad. Es pecar de ingenuo o de tontos querer llevar una doble vida. Como ejemplo, tenemos la revelación de la cientí­fica británica que trabaja como investigadora en la Universidad de Bristol, que a la postre resultó ser la autora de un blog y de un libro sobre sus vivencias como prostituta, revelación que ahora causa el natural asombro y estupefacción.