Consuelo Suncí­n


Consuelo Suncí­n, viuda de Saint-Exúpery y de Gómez Carrillo. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Consuelo de Saint-Exupéry -de soltera Consuelo Suncí­n-Sandoval Zeceña- nació en una ciudad pequeña de nombre Armenia, del departamento de Sonsonate, en El Salvador en una familia de ricos terratenientes y aristócratas, el coronel don Félix Suncí­n y doña Ercilia Sandoval Zeceña, quienes tuvieron tres hijas: Ana Dolores, Consuelo y Amanda. Consuelo estudió en el extranjero, en San Francisco, en la Ciudad de México, y en Francia.


Durante su estancia en Francia, Consuelo contrajo matrimonio con Enrique Gómez Carrillo, diplomático guatemalteco, escritor y periodista. Después de la muerte de Gómez-Carrillo en 1927 a causa de un derrame cerebral, a los once meses de la boda, Consuelo que se encontraba viuda y dueña de una gran fortuna.

En 1931, fue presentada por un amigo, Benjamin Crémieux, a Antoine de Saint-Exupéry y el flechazo fue inmediato. Consuelo contrajo matrimonio otra vez y se trasladó a Francia con su marido.

Su unión matrimonial, que se alargó durante 15 años, fue muy turbulenta, por la profesión de piloto del marido, su gusto por la vida bohemia tras el éxito como artista y escritor y sus incontables amantes. Todo ello los distanció, no sin dejar de tener encuentros esporádicos durante los que viví­an momentos de auténtica felicidad. No en vano, la rosa de El Principito es un homenaje de Saint-Exupéry a su esposa. Su infidelidad y dudas acerca del matrimonio son simbolizadas por el campo de flores que se encuentra el pequeño prí­ncipe en la Tierra. Sin embargo, es el zorro el que le dice que su rosa es especial, porque es a ella a la que realmente quiere.