Ambiente tenso para Argelia-Egipto


Aficionados se preparan para apoyar a su equipo, en un partido de alta tensión. FOTO LA HORA: AFP ANNE-CHRISTINE POUJOULAT

Aficionados exaltados, nubes de humo, seguridad omnipresente: el ambiente era tenso en el estadio sudanés Al-Merreikh de Omdurman, hoy, dos horas antes del inicio del partido entre Argelia y Egipto, con una plaza en juego en el Mundial de Sudáfrica-2010.


Más de 30.000 espectadores no dejaban espacios libres en el estadio dividido en dos sectores: en uno los aficionados argelinos y en el otro los egipcios, todos ansiosos por asistir a este partido entre las dos naciones norteafricanas.

Los periodistas también fueron colocados en dos sectores diferentes, según su nacionalidad.

«Â¡Uno, dos, tres, viva Argelia!», gritaban los millares de aficionados del equipo magrebí­, llegados desde Argel en avión para asistir a este duelo que se anuncia como muy disputado.

Los espectadores egipcios habí­an desplegado una bandera nacional gigante, mientras una espesa nube de humo cubrí­a las tribunas de este estadio poco acostumbrado a albergar encuentros de tal importancia.

Varios artistas y responsables polí­ticos egipcios, como los dos hijos del presidente Hosni Moubarak, viajaron a Jartum para animar a los «Faraones».

Centenares de policí­as vigilaban el barrio y los alrededores de este estadio de la periferia de Jartum, y separaban a los grupos de aficionados en dos campos diferentes.

Algunos periodistas tuvieron problemas para entrar al estadio, y un camarógrafo argelino resultó levemente herido por el golpe de un palo de un policí­a, según un periodista de la AFP presente en el lugar.

Las autoridades sudanesas previeron un refuerzo de 15.000 policí­as para asegurar la seguridad antes, durante y después del partido. Algunos observadores temen enfrentamientos entre los aficionados de ambos equipos, sea cual sea el resultado del partido.

El 12 de noviembre, el autobús de la selección argelina fue atacado con piedras tras su llegada a El Cairo, y tres de sus jugadores resultaron heridos.

Dos dí­as más tarde, Egipto derrotaba a Argelia por 2-0, forzando «in extremis» un partido de desempate. Después de eso, se sucedieron actos violentos en Argelia, en Egipto y en Francia.

El estadio tiene una capacidad de 41.000 plazas, pero las autoridades la limitaron a 35.000 el número de espectadores por razones de seguridad.

Las embajadas egipcia y argelina distribuyeron cada una 9.000 entradas a sus ciudadanos, cuya mayorí­a llegó en vuelos ofrecidos gratuitamente o a precios asequibles.

«Un equipo médico formado por 400 personas y 120 ambulancias ha sido desplegado en el estadio», indicó Hassan Abdelaziz, jefe del Comité médico para el partido.

El estado de Jartum, una gran región que engloba la periferia de la capital, decretó el cierre de las escuelas y el fin de la jornada de trabajo a las 13H00 con el fin de limitar la circulación en el momento en que los aficionados se dirigí­an hacia el estadio.

Varias embajadas pidieron a sus ciudadanos y exigieron a sus empleados que no dejen sus casas tras regresar del trabajo por temor a actos violentos.

La presión subió más con las declaraciones del martes del presidente de la Federación argelina de fútbol, Mohamed Rauraua, que acusó a su homólogo egipcio, Samir Zaher, de estar «en el origen» de las violencia que se desataron en el El Cairo.

Argelia no ha participado en un Mundial desde 1986 y Egipto desde 1990. La rivalidad entre estas dos potencias del fútbol norteafricano no es nueva. En 1989, un partido entre ambas naciones también terminó en disturbios.