De las frases cajoneras que reiteradamente usan los funcionarios encargados de seguridad para justificar su ineptitud, pocas tan abusadas como esa de que ya están tras la pista de los criminales. Hace muchos meses se viene comentando de la diaria presencia en conocidas y determinadas rutas del área metropolitana de asaltantes en motocicleta que aprovechan los embotellamientos viales para despojar a los automovilistas de celulares y otros objetos de valor.
Ayer, un automovilista que no entregó su celular a los asaltantes fue atacado a tiros en el paso a desnivel del Obelisco y quedó herido de gravedad. Por el enorme caos vial provocado por ese hecho, las autoridades reaccionaron pero únicamente para decir que están tras la pista de los asaltantes, mismos que durante más de seis meses han actuado con la más absoluta impunidad en el sector todos los días en horas ya establecidas y que son de pleno conocimiento de los que circulan por el sector porque es descarada y obvia su actitud prepotente al golpear las ventanillas con sus pistolas para realizar sus atracos. No es que de vez en cuando ocurra un atraco, sino que todos los días y en los horarios de mayor circulación de automóviles, los ladrones cometen sus fechorías sin que nadie los moleste.
Públicamente en la prensa se han divulgado los detalles de la forma en que operan, los horarios que prefieren y las arterias en las que se desplazan esos maleantes. Y a estas alturas, varios meses después, las autoridades apenas si «andan tras la pista» de los delincuentes que ya demostraron que las armas no las usan únicamente para amedrentar a la gente, sino para atacarla si se resiste al asalto.
Y es cuando uno se da cuenta de la absoluta inutilidad de nuestra fuerza pública, porque se puede entender que ante hechos esporádicos no reaccionen porque no pudieron prever lo que iban a hacer los delincuentes. Pero cuando estos pareciera que hasta marcan tarjeta para mantener su horario establecido, sin faltar ni un día a «su trabajo», ver esa indiferencia de nuestra Policía Nacional Civil lleva a pensar que los criminales actúan con la protección y complicidad de quienes debieran estar cuidando a la población. La gente ha llegado al extremo de que ya ni denuncia los hechos porque de nada sirve ir a las estaciones de policía o al Ministerio Público, si de todos modos los celulares, anteojos, relojes o computadoras nunca aparecen.
Lo peor de todo es que ni siquiera se sonrojan de vergí¼enza ante su propia y patética incapacidad. Con el «andamos tras la pista» responden al clamor de un pueblo que ya no aguanta tanta incapacidad.