China y Estados Unidos prometen cooperación pese a divergencias


El presidente de Estados Unidos, Barack Obama; el presidente chino, Hu Jintao y la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton participan en una cena de Estado en el Gran Palacio del Pueblo en Beijing. Los presidentes de EE.UU. y China se comprometieron a aplicar su poder polí­tico para resolver los problemas más difí­ciles del mundo, aunque la fricción era evidente en temas como el Tí­bet, la economí­a  e Irán. AFP PHOTO / Mandel Ngan

Los presidentes estadounidense Barack Obama y chino Hu Jintao prometieron hoy cooperar en asuntos que van desde Corea del Norte a Irán pasando por el comercio y, sobre todo, para alcanzar un «éxito» en la conferencia del Clima en Copenhague.


Después de haber recorrido en su limusina blindada la Ciudad Prohibida y la plaza Tienanmen, Obama fue a reunirse con Hu.

Tras esta reunión, los dos jefes de Estado dieron una conferencia de prensa conjunta en Pekí­n, sin responder a preguntas y leyendo declaraciones escritas.

«Estamos en un momento en que las relaciones entre Estados Unidos y China son importantes para nuestro futuro colectivo como nunca lo habí­an sido antes», dijo Obama.

«Los principales desafí­os del siglo XXI, del cambio climático a la proliferación nuclear, pasando por el repunte económico, son desafí­os que implican a nuestros dos paí­ses y que no pueden ser resueltos por uno solo de ellos», agregó enseguida.

Ambos presidentes se comprometieron a esforzarse para mantener «relaciones positivas, globales y de cooperación», aunque señalaron sus diferencias muy diplomáticamente.

Obama dijo que Estados Unidos y China desean que la conferencia internacional sobre el clima, prevista del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, llegue a un acuerdo con «efecto inmediato».

«Hemos acordado trabajar juntos para lograr un éxito en Copenhague. Nuestro objetivo (…) no es un acuerdo parcial ni una declaración polí­tica, sino más bien un acuerdo que cubra todas las cuestiones en las negociaciones y que tenga un efecto inmediato», agregó.

Muchos paí­ses esperan antes de Copenhague iniciativas por parte de Estados Unidos y China, y algunos temen que decepcionen a la comunidad internacional a pesar de sus responsabilidades.

Sin embargo, sus declaraciones muestran matices entre las dos grandes potencias, cada vez más interdependientes económicamente y cuyo peso es crucial en las grandes crisis mundiales.

El presidente chino dijo que los dos paí­ses debí­an «oponerse al proteccionismo y rechazarlo en todas sus manifestaciones».

A nivel comercial, las relaciones bilaterales son tensas en los últimos meses, con una serie de investigaciones antidumping lanzadas por ambas partes, o arancelarias, como las decididas por Estados Unidos contra los neumáticos chinos.

En lo que respecta al yuan, otro tema de fricción, Obama manifestó su satisfacción ante «las declaraciones realizadas» por China en favor de una tasa cambiaria más guiada por el mercado «cuando llegue el momento».

En cuanto al programa nuclear iraní­ ambos mandatarios advirtieron a Irán que deberá asumir «las consecuencias» de un bloqueo en la negociación sobre su programa nuclear, declaró Obama.

De su lado, Hu fue menos enfático, llamando a un acuerdo mediante «el diálogo y la negociación».

Pekí­n se ha mostrado tradicionalmente muy reticente a aplicar sanciones contra Teherán. No obstante, ambos mandatarios llamaron a un reinicio de las negociaciones a seis.

Finalmente, en cuanto al Tí­bet, otro tema de tensión sino-estadounidense, el presidente norteamericano declaró: «Hemos señalado que Estados Unidos reconoce que Tí­bet forma parte de la República Popular de China y apoya una pronta reanudación del diálogo» entre representantes del Dalai Lama y Pekí­n.

Más tarde, en un frí­o glacial, Obama visitó la vecina Ciudad Prohibida, la antigua residencia imperial, cerrada a los turistas en esta ocasión, antes de un banquete de Estado ofrecido por Hu Jintao.

í‰XITO Operación de seducción


Barack Obama logró un sonado éxito en su «operación de seducción» de la opinión pública china, encantada con el estilo del presidente estadounidense, en las antí­podas de la rigidez de las jerarquí­as comunistas.

El martes, los analistas asombrados destacaban el carisma, la seguridad en sí­ mismo y la elocuencia del joven mandatario.

Es probable que esta visita haga reflexionar a los miembros del Buró Polí­tico del Partido Comunista Chino, que generalmente permanecen atrincherados tras los muros de Zhongnanhai, cerca de la Ciudad Prohibida imperial.

Obama, cuya gran popularidad en China se ilustra con su retrato reproducido en camisetas y grabado en huevos, amplió el lunes su cí­rculo de admiradores gracias a su encuentro con estudiantes universitarios en Shanghai.

Con el micrófono en la mano y una gran sonrisa, el presidente recorrió el estrado ante los estudiantes, vestidos con sus mejores trajes e intimidados, respondiendo tranquilamente a sus preguntas.

Este ejercicio absolutamente inverosí­mil para cualquier dirigente chino causó una gran impresión.

Los 1.300 millones de habitantes de China no están acostumbrados a ver a sus polí­ticos, salvo durante los informativos de televisión, que los muestran en actos donde no hay lugar para los imprevistos ni para la imaginación.

«Â¡Qué momento impresionante!», subrayó China Daily, señalando el «estilo relajado (…) caracterí­stico del presidente norteamericano, y las cualidades de orador» que demostró en Shanghai.

Este cotidiano continuó sus elogios destacando el «humor» de Obama durante esta «experiencia única», así­ como «la forma en que el presidente actuó en interacción con su auditorio, y cómo calibró su «megaencanto»».

El contraste entre los presidentes Obama y Hu al pasar revista a la guardia de honor el martes ante las cámaras fue impresionante.

Obama, quien también llevaba una corbata roja, pero tení­a 20 años menos, 20 cm más de altura y caminaba ágilmente, parecí­a mucho menos envarado que su anfitrión chino, de impecable peinado.

«Obama es moderno y joven, mucho más animado que nuestro presidente, que es más estirado», explicó a la AFP Wang Xuejun, un ejecutivo de importaciones y exportaciones.

El presidente norteamericano es un adepto de las nuevas tecnologí­as, otra cualidad para los habitantes de China, el paí­s que tiene el mayor número de internautas (350 millones, más que toda la población de Estados Unidos) y de blogueros (60 millones).

La interactividad gracias a la web es rara en el Imperio del Medio. Hu Jintao lo intentó brevemente en junio de 2008, dirigiéndose a los internautas chinos en el sitio del Diario del Pueblo, el cotidiano del Partido Comunista. Pero no ha repetido la experiencia.

Un joven, Yang Yunhe, que habí­a lanzado en internet un «club de admiradores de los dirigentes» chinos, constató que su sitio fue cerrado sorpresivamente a principios de este año.

La página de apertura indicaba que el sitio habí­a sido cerrado «por motivos personales».