Cubanos piden a mí­tica ceiba alivio a la crisis en 490 años de La Habana


Salud, paz, pero sobre todo alivio a la crisis económica piden desde la noche del domingo miles de cubanos al dar tres vueltas a la mí­stica ceiba de El Templete, en una añeja tradición que inició los festejos por el 490 aniversario de La Habana.


«Salud para la familia, para los amigos y los enemigos, y mucha prosperidad», dijo la ama de casa Nancy López, al pie del árbol más reverenciado en Cuba por católicos, evangélicos, practicantes de cultos africanos como ella y hasta ateos.

Vestida de blanco y con collares de colores, López hizo una fila de media hora para cumplir la tradición: «Que mejore la situación económica, porque esa crisis mundial nos está golpeando muy duro», apuntó.

Según la costumbre, que se realiza en evocación al primer cabildo y la primera misa católica realizados en La Habana el 16 de noviembre de 1519, fecha tomada como fundacional, los solicitantes rondan el árbol tres veces en sentido contrario al reloj, lo abrazan o tocan, mientras piden igual número de los más disí­miles deseos.

La misa fundacional se consagró con una pequeña edificación de estilo neoclásico, El Templete, que alberga la majestuosa ceiba y tres óleos del pintor francés Jean Bautista Vermay (1786-1833): dos alegóricos a la fundación y otro sobre la inauguración del monumento, en 1828.

Pero la ceiba es uno de los árboles sagrados de los yorubas y junto a su tronco, en otras partes de la ciudad aparecen bananas, dinero y gallinas muertas, ofrendas de los practicantes de la santerí­a cubana.

Miles peregrinaron desde el mediodí­a del domingo hasta la ceiba fundacional para hacer sus ruegos y evitar las largas filas, pese a que la tradición indica que debe hacerse a partir de la medianoche. Algunos lo hacen este lunes durante el dí­a.

Llamados por las autoridades a apretarse nuevamente el cinturón por la severa crisis económica y las difí­ciles perspectivas para 2010, muchos cubanos piden «alivio», además de salud, paz, reunificación familiar y amor.

«Hay problemas con la comida, el transporte, y temo porque, en este nuevo contexto de crisis mundial, podamos retornar al periodo especial», comentó una joven que prefirió no revelar su identidad, en referencia a la crisis que vivió la isla en los años 90.

Lilia Martí­nez, de 71 años, pidió al árbol salud para su «comandante Fidel Castro y para el presidente cubano Raúl», en quienes dice tener «una fe tan ciega como en la ceiba», mientras Elsa Suárez, jubilada de 69, declinó revelar su deseo por temor a que no se cumpla.

Otros cuentan sus penas con la tristeza grabada en el rostro. «Mi hija murió en España hace un año y mi nieta Rocí­o quedó solita. Desde entonces hago por traerla para Cuba», explicó Jorge Avalo, un chofer retirado que llegó al lugar con una imagen de Santa Bárbara (Changó, en el culto africano) casi de tamaño natural.

Cerca de la medianoche, la fila creció y se evidenció como una representación de la población cubana: niños, jóvenes y viejos; estudiantes, intelectuales y obreros; negros, blancos y mulatos.

Con la inocencia de sus cinco años, Samuel reveló cómo pidió a la ceiba «un conejo y un gato», mientras que Elisa (siete) fue requerida por su madre, pues le dio las tres vueltas al árbol pero, tras la larga espera, olvidó pedir sus deseos.

«Lo olvidé, es que quieres que haga esa cola (fila) de nuevo», dijo enfadada la pequeña, haciendo que algunas carcajadas quebraran la solemnidad del ritual.

Yordanka Poey, de 26 años, le imploró al llamado «árbol de Dios» porque su novio se case pronto con ella, pero Lisandra, una curvilí­nea mulata, fue más lejos: «Un pepe (un buen partido español), un pepe que me saque de este paí­s, eso es lo único que te pido mi arbolito».