Pasar unos minutos dialogando con este gran comunicólogo, precursor de la ciencia que he abrazado con pasión toda mi vida, ha sido uno de los obsequios más grandes que he podido recibir en el inicio del otoño de mi existencia. Y ocurrió la semana antepasada, en la propia ciudad de Guatemala… algo que no podría ni pensarse en las dictaduras militares.
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El gran maestro vino a promocionar su más reciente obra «La comunicación antes de Colón», una extraordinaria y documentada investigación de más de 300 páginas, para empezar a comprender la magnitud de la cultura precolombina, a través de sus expresiones de comunicación más relevantes, partiendo de la premisa que estas representan una centralidad sociosemótica.
Beltrán conformó, en los años 70`s, un grupo de intelectuales conocidos como «los rebeldes» del sistema, en la América Latina de la época. Yo entré en contacto con ellos a través de algunos libros que llegaron a estas latitudes, pero en muchos casos eran fotocopias de sus escritos. La razón es que no lográbamos encontrar una literatura tan especializada sobre comunicación y algunos excelentes catedráticos de semiótica, como el desaparecido licenciado Toralla, y otros del Departamento de Literatura de la Facultad de Humanidades, nos prestaban esos tesoros donde venían los pensamientos más avanzados en nuestro campo.
Tener esos libros, fotocopiados en muchos casos, en las pequeñas bibliotecas de nuestras casas, era casi un delito. Recuerdo que mi buen amigo «Chalito» Morán me dijo un día, que los había escondido en un diván, porque le daba miedo que «catearan» su casa… tal como sucedió en la década de los 80, cuando estaba de ministro de Gobernación Donaldo ílvarez y entraban a las residencias, buscando «guerrilleros»?.y reductos.
Por eso, al estar hablando con Beltrán, fue casi como un deja-vu para un comunicólogo como yo, que había leído parte de su obra y conocía de su trayectoria. Hablamos de Mario Kaplun, mi maestro e inspirador, de quien recibí en CIESPAL sus enseñanzas, y me comentó había estado conversando, una semana antes, con su hijo Gabriel, con quien tengo una amistad virtual (por medio de Internet). Kaplun fue parte de ese grupo de latinoamericanos que se rebelaron ante las democracias mediáticas, de hachada, hoy instaladas plenamente? al servicio únicamente de lo grandes poderes hegemónicos.
Fueron minutos de intensa charla. Me sentí identificado plenamente con su pensamiento, que he admirado desde hace más de 30 años, porque, además, sabemos que él fue uno de los Latinoamericanos que más influyó en el Informe McBride («Voces múltiples, un solo mundo» UNESCO 1980) ese documento que puso en evidencia la injusticia mundial de las comunicaciones y que fuera vilipendiado por un coro de intereses ligados con el capitalismo salvaje, que ha demostrado su verdadero rostro en los últimos años.
Agradezco al gran maestro Luis Ramiro Beltrán su visita a Guatemala? algunos de mis estudiantes, allí presentes, oyeron de su palabra sabia, muchos de los conceptos que les he venido intentando explicar en clase. Fue una extraordinaria sesión? Y gracias por ese gran libro que le hereda a las nuevas generaciones de comunicadores.