«Palacio Nacional, de sede de gobierno a centro cultural»


Grecia Aguilera

Así­ se titula el libro que ha llegado a mis manos como un obsequio de parte del señor Alcalde de la Ciudad de Guatemala, don ílvaro Arzú Irigoyen, en el cual ha quedado escrita la siguiente dedicatoria: «Para Grecia Aguilera/ con mucho cariño/ y gran admiración/ ílvaro Arzú/ 2009». Este precioso documento de consulta, publicado en el año de 1999, contiene un importante resumen histórico sobre esta magní­fica edificación, perfectamente complementado con fotografí­as e ilustraciones de alta calidad que dejan ver en su mayorí­a hasta los detalles más finos de la obra, que fue declarada el 7 de noviembre de 1980 «Monumento Histórico y Artí­stico», según Acuerdo Ministerial número 880. La idea de transformar el Palacio Nacional en centro cultural ya la tení­a el señor ílvaro Arzú desde antes de ocupar la Presidencia de la República. El ideal para él, era hacerlo accesible a la población guatemalteca con el fin de fomentar la cultura en sus diversas manifestaciones y también para que fuese el punto de unificación y encuentro en una nación multilingí¼e y pluricultural. Además, tomando en cuenta que el 29 de diciembre de 1996 fue la sede de la firma de los Acuerdos de Paz, y de conservar ahora en su interior el «Monumento a la Paz» (manos de la esperanza y de la fe), el cual está colocado en el patio poniente, también conocido hoy con el nombre de Patio de la Paz, el Palacio Nacional con su encanto y prestigio indudablemente tení­a que convertirse en la casa del arte y la cultura, por lo que en la actualidad lleva el nombre de «Palacio Nacional de la Cultura». En la página número 48 de este hermoso volumen se lee lo siguiente: «El 4 de julio de 1937 se colocó la primera piedra para cimentar tan esperada obra. Sin embargo, los trabajos dieron inicio en enero de 1939 y se concluyeron en 1943, inaugurándose el 10 de noviembre del mismo año.» La construcción de esta histórica obra de la arquitectura nacional tuvo un costo de dos millones ochocientos mil quetzales. Por ejemplo, en la página 60 encontramos una perfecta descripción del «Salón de Recepciones»: «En el segundo piso del Palacio se encuentra el Salón de Recepciones, ubicado entre las dos entradas principales. Este espacio ocupa un área de 750 metros cuadrados. El recinto está cubierto por una cúpula de 14 metros de diámetro, decorada con elementos que presentan las caracterí­sticas del rococó -estilo de decoración francés que predominó en Francia durante el tiempo de Luis XV-. Al norte y al sur de este salón se hallan los palcos para la orquesta y la marimba, respectivamente. Al oriente y al poniente lucen los vitrales elaborados por el Maestro Julio Urruela Vásquez, en los que se narran etapas de la historia de Guatemala. El primer ventanal presenta el perí­odo colonial y el segundo, la época prehispánica. La luz indirecta que alumbra el área está acentuada por los reflejos de los vidrios de colores.» En el centro del salón con aroma a maderas preciosas, se observa con asombro la colosal lámpara que se corona con cuatro quetzales de bronce que señalan los cuatro puntos cardinales, posee más de 150 bombillas y pesa dos toneladas y media. Es una lámpara de ensueño, lámpara maravillosa que pende cual péndulo, muda clepsidra de Guatemala, de cuentas y almendrones de cristal, collares transparentes, filigrana de espuma de mar… Este martes 10 de noviembre de 2009 se cumplieron 66 años de la inauguración del Palacio Nacional, por tal motivo la semana recién pasada se llevaron a cabo diferentes actividades culturales. Felicitamos a su actual administradora general, Marí­a Trinidad Gutiérrez, quien junto a su dinámico personal resguarda cuidadosamente este preciado monumento histórico.