Sin malas interpretaciones


Esta opinión no tiene nada que ver con que se debe o no reinstalar a Zelaya como presidente legí­timo de Honduras o que debe de entregar el poder el presidente de facto, al que fuera electo popularmente.  Esta opinión es sencillamente para decir que parece que el tiempo en que se podí­an firmar acuerdos en el idioma español, está terminando, pues un mismo texto está sujeto a las interpretaciones que le quieran dar sus interlocutores.

Guillermo Castañeda Lee, CUI 1996 53836 1905

Esto llama a la reflexión, pues no solo existen dobles raseros para juzgar ciertos hechos, sino que ahora parece que existen dobles raseros para interpretar lo que se lee, tal es el doloroso ejemplo que se está viendo en Honduras, donde cada una de las partes le da al acuerdo suscrito, la interpretación que conviene a sus intereses.

Eso está como la respuesta que le dio uno de los emisarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos a la pregunta de un reportero de que si lo que habí­a habido en Honduras habí­a sido un golpe de Estado y no una sucesión constitucional, a la cual respondió que eso lo averiguarí­an después. Cualquiera que me lea dirá que yo estoy asegurando una ridiculez, pero si lee algunas de las noticias después de la firma del acuerdo, verá que el ridí­culo es el delegado del Departamento de Estado que se atrevió a dar esas estúpidas declaraciones.

Como quien dice, primero te mato y después averiguo si es cierto que me ofendiste. Esas son las consecuencias de interpretaciones distintas a hechos o acuerdos, no derivados del desconocimiento del idioma, sino derivados de que ahora el retorcimiento de leyes y hechos es considerado lí­cito, siempre y cuando estén encaminados a derrotar ciertos sistemas que son considerados nocivos para la humanidad o cuando favorezca la impunidad de la clase gobernante que está contra esa nocividad.

Esperamos para el bien de la humanidad que esa lacra de dobles raseros para medir todo y que las interpretaciones diferentes que ahora se le da a la mayorí­a de los acuerdos, las leyes, etcétera no que desaparezca del todo, pero por lo menos que las mayorí­as le den la interpretación correcta.