Tal vez por eso…


Trágica y lamentable es la muerte del ciudadano Wolfgang Ritter, quien llegó al paí­s en un crucero y sufrió un asalto a mano armada que al final, y después de esfuerzos médicos, le costó la vida. Podrá parecer cí­nica nuestra postura, pero tal vez por eso, por tratarse de un turista y por el impacto que ese crimen tendrá en los cruceros y en el flujo de visitantes extranjeros a Guatemala, el Gobierno muestra un aire con remolino porque lo que es con la vida de los guatemaltecos que diariamente mueren no hace absolutamente nada.


Tal vez ese asalto al señor Ritter despierta a las fuerzas de seguridad y conmueve al Presidente y sus funcionarios para sacarlos de su ya proverbial letargo frente a la criminalidad que afecta al paí­s. No existe ningún plan ni acción alguna que nos devuelva a los ciudadanos mí­nimos de confianza y, lejos de eso, resulta que el tema se vuelve motivo de chantaje porque se nos advierte que de no apoyar el aumento de impuestos que ya prepara el Gobierno, no habrá dinero para invertir en la seguridad ciudadana.

La muerte de un guatemalteco común y corriente, de esos que en forma casi anónima mueren diariamente, no provoca ni un ligero arqueo de cejas en los funcionarios. Para ellos la estadí­stica sigue siendo «aceptable» y por lo tanto no han llegado a considerar que la lucha contra los criminales sea parte de la agenda prioritaria de la Nación. Pero cuando ocurre el asesinato de un turista extranjero, sobre todo del pasajero de uno de los cruceros que con tanto empeño está tratando de atraer el Inguat, al punto de que se legisló ya para suprimir un impuesto que no era del agrado de las navieras, sin duda que las cosas cambian y habrá que mostrar al menos algún interés si no quieren que todos los barcos que ya tení­an previsto atracar en nuestros puertos decidan pasar de largo para no arriesgar la vida de sus pasajeros.

Triste decirlo, pero si hubiera sido un chapí­n el asaltado, uno más en la ya interminable lista de muertos que reporta nuestro paí­s, a estas alturas ni siquiera hubiera merecido la destacada mención que ha tenido en los medios de comunicación esa muerte producto de un asalto tan pendejo como los que a diario ocurren aquí­, para robar un celular o cualquier baratija y que termina en tragedia.

No nos resignamos a vivir en un paí­s tan indolente y con autoridades tan incompetentes. Es preciso hacer algo y ahora, cuando habrá alguna presión internacional y del sector turismo, tal vez vuelven a hablar de inteligencia.