Dentro de los problemas del consumidor, especialmente en los países poco desarrollados, está el que los bienes y servicios que se le ofrecen no tienen una efectiva y adecuada garantía de calidad. Sin embargo, el fabricante ha previsto un valor, un costo integrado en el precio del producto para satisfacer los reclamos y otorgar la garantía si el mismo es defectuoso. ¿Será esto correcto?
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Quien ha comprado un artículo eléctrico o equipo electrónico obtiene dentro de los documentos una garantía, ¿cuántos guatemaltecos pueden decir que han recibido el respaldo que ese documento les garantiza? Distinto es el caso en los países desarrollados, gracias a las leyes.
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Recientemente en los Estados Unidos, la compañía Disney públicamente ha ofrecido reembolsar a todos los proveedores que lo soliciten el valor de los programas llamados «Baby Einstein» al haberse comprobado que éstos productos, si bien son de muy buena calidad para distraer, no son productos educativos para los niños.
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En Estados Unidos las compañías fabricantes de automóviles, camiones y autobuses históricamente han gastado enormes fortunas para remplazar componentes defectuosos e inclusive para garantizarle la rentabilidad de la compra de un vehículo otorgan, no sólo garantías por miles de kilómetros durante varios meses, sino además ofrecen contratos de servicio por varios años para que así quien compra un automóvil o vehículo de su marca sepa cuál va a ser el costo de mantenimiento o reparación de forma garantizada durante muchos años.
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Por el contrario, en nuestro país, entrar al departamento de servicios de una agencia de vehículos es un gran riesgo porque el servicio preventivo de cambio de aceites, filtros y pequeños ajustes, si el cliente no es cuidadoso le cambia de un todo sin que esté seguro que todo lo que le cambiaron era necesario. Es más, el sólo ponerle el equipo de diagnóstico a algunos automóviles es más caro que ir a un cardiólogo para que le hagan un examen completo, incluyendo electrocardiograma, exámenes de laboratorio de lípidos y azúcar. Todo porque el consumidor no tiene reglas claras ni garantías que eviten los cobros indebidos o los abusos.
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En el área de salud, Europa ha socializado y universalizado la salud preventiva y la curativa. Todo el mundo está cubierto, igualmente, en Estados Unidos se han creado programas para los adultos, trabajadores públicos y privados y en este momento la gran discusión es si todos los habitantes de ese país deben estar o no cubiertos por seguros médicos. Este aspecto es otro que el Estado y la sociedad deben evaluar para que de esa manera todos los habitantes puedan recurrir a los servicios de salud y no tener que esperar o morirse a la puerta de un hospital público o del seguro social porque como consumidor de los servicios de salud no tiene garantizado ni los plazos, ni los tratamientos, mucho menos los costos que se le pueden cobrar.
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En conclusión, al consumidor no se le puede ni se le debe desproteger ni limitar en ningún ámbito económico la prestación de bienes y servicios con una garantía de calidad, de oportunidad y de precio justo y razonable. Es por ello que, igual que los derechos humanos, debe haber un procurador que proteja al consumidor y de esa forma igualar los derechos del consumidor con el productor y/o proveedor de servicios.