El primer ministro belga, Herman Van Rompuy, se está convirtiendo en el hombre más solicitado para presidir la Unión Europea (UE), despertando un consenso inhabitual entre los Estados miembros, indicaron el ayer fuentes diplomáticas europeas.
«Hay un consenso sobre su nombre, algo raro entre los 27. Nadie más tiene unanimidad», afirmó una de las fuentes comunitarias.
«Nadie se opone y muchos le piden que acepte» ser el primer presidente estable de la UE, un cargo que previsiblemente será creado en los próximos meses, señaló una segunda fuente.
«Sin comentarios», respondió no obstante Dirk De Backer, portavoz del primer ministro belga, interrogado al respecto.
Pero Van Rompuy, que cumplió 62 años el sábado, fue objeto de peticiones muy claras durante la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE celebrada la semana pasada en Bruselas, explicaron las fuentes diplomáticas.
Parte de la prensa belga barajaba el lunes esta hipótesis: Van Rompuy «no es candidato pero es favorito», escribió el diario flamenco De Standaard.
«Â¡Herman Van Rompuy presidente!», tituló el diario popular francófono La Dernií¨re Heure, subrayando que sus dos homólogos del Benelux -el luxemburgués y candidato a la presidencia de la UE, Jean-Claude Juncker, y el holandés Jan Peter Balkenende, cuyo interés sólo se rumorea- no reúnen unanimidad entre los 27.
La candidatura hasta hace pocos días más creíble, la del ex primer ministro británico Tony Blair, quedó prácticamente descartada durante la cumbre de la UE por la fuerte oposición de varios países, como los integrantes del Benelux.
Pero, según un diplomático, el primer ministro belga todavía no ha tomado ninguna decisión, consciente de que su partida del gobierno podría romper el frágil equilibrio que permite mantener la unidad del pequeño reino, en el que flamencos y francófonos viven cada día más distanciados.
Este cristiano-demócrata flamenco, conocido por esconder sus cartas detrás de una timidez aparente, está considerado en su país como un as del compromiso.
El cargo de presidente estable de la UE, por un mandato de dos años y medio renovable, está llamado a dar un rostro y una continuidad al liderazgo comunitario.
Su creación está contemplada en el Tratado de Lisboa, previsto para entrar en vigor antes de fin de año.