Los kurdos desconfí­an de Turquí­a


Los kurdos de Turquí­a «seguirán en guerra durante 30 años, 50 años, si fuera necesario», afirmaron en los montes Kandil de Irak los dirigentes rebeldes, que calificaron de «engaño al pueblo kurdo y a la opinión pública internacional» los anuncios de reforma del gobierno turco.


«El gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) nunca tuvo la intención de solucionar la cuestión kurda. Si lo hubiera querido, en una jornada las armas se hubieran silenciado», dijo Murat Karayilán, número dos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).

El gobierno turco debe presentar el 10 de noviembre varias reformas para fortalecer los derechos de la minorí­a kurda, unos 15 millones de personas que viven, principalmente, en el sudeste anatolio.

«Se trata de reformas de fachada. La mentalidad es siempre la misma: el rechazo de la identidad del pueblo kurdo, el rechazo a considerarlo como un interlocutor», agregó Karayilán.

El dirigente denunció las «lí­neas rojas» del gobierno turco, en particular la negativa a inscribir en la constitución la identidad kurda, la permanencia en la cárcel de Abdulá Ocalán y la continuación de las operaciones militares.

«Los kurdos serán libres cuando el lí­der de la insurrección, Abdulá Ocalán, sea liberado», afirmó Karayilán, al evocar al jefe histórico del PKK detenido en Turquí­a.

Karayilán fijó dos condiciones para avanzar hacia la paz: un cese inmediato de los combates y un diálogo entre el gobierno y los representantes kurdos.

El 19 de octubre pasado, por orden de Ocalán, ocho rebeldes kurdos viajaron de Kandil a Turquí­a, lo que se consideró como un gesto de apoyo a los esfuerzos de paz turcos. Por su parte, la justicia turca dejó a los militantes en libertad.

Sin embargo, Sozdar Avesta, una mujer de unos cincuenta años, dirigente del PKK, manifestó su desconfianza a la AFP.

«Las reformas del gobierno son palabras en el aire. Concretamente, no hay nada», afirmó Avesta, en Kandil, en el norte de Irak, cerca de la frontera con Irán.

«Controlamos centenas de montañas en Turquí­a, en Irak y en Irán. Aquí­, los montes Kandil tienen la dimensión de un estado europeo, representan dos veces la superficie de Luxemburgo», dijo.

La dirección del PKK está refugiada en la «zona polí­tica» de los montes Kandil, mientras que en las alturas superiores evolucionan los combatientes en «movilidad permanente» para evitar a la aviación turca y la artillerí­a iraní­.

Desde esas montañas, los kurdos lanzan sus operaciones contra las fuerzas turcas.

En cambio, la zona polí­tica alberga un hospital, infraestructuras de comunicación y puntos de encuentro con los medios de comunicación. Una garita de «aduaneros» kurdos armados, adornada con un retrato gigante de Ocalán, marca el inicio de la zona bajo control rebelde.