LA CARIDAD QUE VALE


En la iglesia de un barrio de la ciudad de México, el sacerdote motivó a la gente para que ayudara a las ví­ctimas del terremoto de 1985.

César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Las personas parecí­an indiferentes ante las súplicas, pero se conmovieron ante el gesto de una niña.

Se llamaba Teresa Sevilla; tení­a 12 años y estaba sentada en la última fila, junto a sus indispensables muletas.

Tras la invitación a colaborar, Teresa vivió una fuerte lucha interior; una voz le decí­a que debí­a entregarlas, pero la lógica le decí­a lo contrario.

Nadie pasaba… Entonces, Teresa se arrastró hasta el altar y dio sus dos muletas. Esto hizo que todos se conmovieran y pasaran a ofrendar.

CUANDO DAS ALGO QUE TE ES íšTIL, TAMBIí‰N DIOS SE CONMUEVE Y TE RECOMPENSA