Juan Pablo Escobar Galo
Una de las características de nuestra realidad social, es que continuamente estamos admirando, aplaudiendo e imitando los modelos que nos propone occidente; desde aspectos como la moda y la definición del «buen vestir», hasta el desarrollo de modelos del pensamiento los cuales dictan «lo que se debe aprender». Por tanto, no nos damos el tiempo para conocer lo nuestro sino nos ocupamos en «copiar» lo de fuera. Hemos olvidado nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestra identidad e incluso a nuestros académicos latinoamericanos.
Otra situación que se evidencia, con frecuencia, en nuestra realidad académica, es el distanciamiento existente entre el desarrollo de los elementos teóricos y la realidad. El primero en muchas de las ocasiones tiende a convertirse en un modelo teórico alejado de la viabilidad práctica y/o distante a las situaciones cotidianas; que dicho sea de paso es algo muy propio del modelo académico occidental que hemos heredado, ya que dedicamos tiempo a estudiar aspectos que no son propios de nuestra realidad o construir conocimiento en forma aislada a la realidad y necesidades de nuestra cotidianidad.
Me ha sido entregado un texto titulado «Cartografía del pensamiento latinoamericano contemporáneo, una introducción» producido en la Universidad Rafael Landívar por parte del centro de investigación Winaq; el cual considero responde en no replicar los dos aspectos mencionados anteriormente (copia de occidente y ajeno a la realidad), sino al contrario rescata el pensamiento latinoamericano en torno a los estudios culturales, como algo nuestro y adaptado a nuestra realidad.
Como todo texto introductorio, esta cartografía deja algunos autores y elementos conceptuales sin abordar o profundizar, pero es valioso en cuanto realiza una descripción muy puntual de los orígenes del pensamiento latinoamericano actual, así como resalta los principales autores que dan origen al mismo; desarrollado en forma didáctica, fluida y sencilla; pero con una gran solidez académica.
En el libro ya citado, el autor: Juan Alfredo Blanco un académico joven de origen salvadoreño y radicado en Guatemala, que labora como investigador humanista y catedrático de filosofía a nivel superior; desarrolla los horizontes teóricos de un grupo de pensadores orientales que sirvieron de referencia a la filosofía latinoamericana en especial los vinculados al «Subaltern Studies» introduciendo temáticas como la diferencia, la voz del otro, emancipación y resistencia, por mencionar algunas temáticas. Además se cita algunos autores como: Edward Said, Ranajit Guha, Gayatri Spivak, entre otros filósofos. Los que resultan ser el origen de un primer pensamiento subalterno a la hegemonía occidental.
En un segundo momento, Blanco nos involucra con autores subalternos propios de América Latina de los cuales podemos mencionar a: Jesús Martín Barbero, José Brunner, Néstor García Canclini y John Beverley; y se puntualiza en el aporte y área de estudio de cada autor según su área de investigación y expertiz intelectual, dando un giro primordial en el estudio de las culturas populares y en los movimientos indígenas actuales, generando en algún momento un contra discurso contra el discurso hegemónico.
Finalmente se aborda el pensamiento subalterno desde la geopolítica (construcciones del conocimiento desde el lugar en que se genera) y los saberes adquieren una justificación que permite la realización de una epistemología propia de los latinoamericanos, haciendo énfasis en que no hay pensamiento «único» impuesto por occidente, sino proponiendo que se puede hablar de «saberes».
Blanco, en su trabajo, introduce el concepto de decolonialidad que da pie al surgimiento de las «historias locales» para abordar los estudios culturales; presentando como principal exponente de estos al argentino Walter Mignolo quien refuerza el pensamiento de la diversidad, el cual debe ser contemplado como plural, pluri-lógico y pluri-epistémico, lo cual implica que el saber debe ser contextual, lo cual implica: historizar las formas de saber, analizar las creencias y modos lingí¼ísticos para desarrollar el saber y contextualizar el conocimiento desde la realidad concreta de las historias y lenguas que dan origen al mismo; librándose de esa forma del modelo epistemológico de occidente.
Este libro (cuaderno Winaq como es descrito) es muestra de que la «solidaridad académica» es posible, entendiendo la misma como el compromiso que todo académico tiene con la sociedad y en especial con las sociedades que viven en la injusticia, la marginación y la pobreza en forma aguda.
El texto es enriquecedor para todo aquel que quiera adentrarse en el mundo de los estudios culturales y sus áreas afines y vinculantes; propias para estudiantes y docentes de nivel medio como para el nivel superior. El libro nos estimula y provoca en el análisis y la reflexión de nuestra realidad latinoamericana desde la sugestiva portada, la cual es ilustrada con una fotografía titulada «El rostro oculto de Dios» cuyo autor es Enrique Estrada, de la cual vale la pena dedicar tiempo para analizar.
Luego de los descrito en torno a este libro, no podemos negar que en Guatemala tenemos grandes académicos que de forma callada, con sencillez y con una sólida formación; realizan una serie de trabajos en pro del desarrollo de nuestro país y de Latinoamérica, en busca del bienestar colectivo con un énfasis primordial en los marginados o excluidos del sistema-mundo imperante.
Para finalizar, les comento que con el deseo de generar espacios de reflexión en torno a los temas abordados en el texto ya descrito, el jueves 5 de octubre de 9:00 a 12:30 horas en la Universidad Rafael Landívar, se desarrollará el taller: Importancia de los Estudios Culturales en la Educación», en donde se podrá adquirir el texto y discutir el mismo con el autor. Para mayor información se pueden contactar con Soleil Gómez al correo: sngomez@url.edu.gt.
(1) En esta ocasión comparto con los lectores un comentario de libro enviado por Juan Pablo Escobar Galo, en relación a una publicación de un texto de filosofía. Espero que los fieles a esta columna lo disfruten. Eduardo Blandón