El estudio de las matemáticas


En los ambientes académicos hay temas en los que casi todos concuerdan de manera unánime: los jóvenes regularmente sienten horror a las matemáticas.  Las causas suelen ser distintas, desde profesores expertos en el arte de traumar a sus estudiantes, a jóvenes con dificultades naturales para los números.  El tema suele ser recurrente y abre muchas posibilidades para jornadas en que pocos tienen de qué hablar. 

Eduardo Blandón

La preocupación parece universal.  En dí­as pasados, por ejemplo, se realizó una jornada en Valencia, España, para tratar la problemática y se dijeron cosas interesantes que quizá sirvan de insumo para nuevas reflexiones.  Michelle Artigue, presidente de la Comisión Internacional de Educación Matemática (IMIC) y catedrática de la Universidad de Parí­s VII, indicó que el «éxito» de algunos estudiantes con buenos resultados en matemáticas reside en dos claves: en el nivel de disciplina y concentración de los alumnos y en el trabajo que realizan después de clase.

De acuerdo con lo conversado en la reunión, los estudiantes estrella para los números son los del sudeste asiático, entre ellos, Corea, Taiwán y China, quienes según investigaciones, han superado con creces a los jóvenes del mundo entero.  Pero, ¿basta la disciplina, la concentración y el trabajo que realizan después en clase?  Eso es lo que los tiene pensando y todo apunta a que hay muchas razones para creerlo así­.

Frederic K. S. Leung, de la Universidad de Hong Kong y profesor corresponsable del estudio junto a Artigue, afirma que el éxito de los estudiantes asiáticos no parece haber ido acompañado por las correspondientes actitudes positivas hacia las matemáticas.  De hecho, dice, muchos de ellos, la mayorí­a, no se dedican en el futuro por las matemáticas. 

Los buenos resultados no se deben tampoco a la manera en que se imparten las clases en esos paí­ses.  Los profesores no son magos en la didáctica de las matemáticas.  La razón, por tanto, debe buscarse en otro lugar.  En Valencia se ha revelado el secreto: «se han propuesto factores culturales como posibles explicaciones tanto de los resultados obtenidos como de las actitudes mostradas». Entre ellas, el valor de la disciplina, de la autoridad docente y de la educación como factor de promoción social, que priman en los paí­ses de tradición confuciana frente a los de la cultura judeocristiana, admite Artigue. Leung menciona «la importancia de la familia en el valor que se le da en China al aprendizaje escolar. Los padres ayudan a sus hijos en las tareas e invierten mucho dinero en clases».

Si es cierto lo que indica la noticia recogida en El Paí­s, la tarea de los padres de familia resulta obvia y va en la lí­nea de lo que siempre hemos dicho en este espacio: hay que apoyar todo el tiempo a los hijos en las tareas e invertir en la educación de los pequeños.  Por otra parte, resulta urgente volver a los antiguos valores para el éxito en la escuela, es decir, la disciplina y la tenacidad para dominar las materias.  Nihil novum sub sole, ¿no?