Mariano Cantoral
Hace algunos meses presenté un artículo titulado «Análisis sociológico del Chavo del 8» en el cual examiné a cada uno de los personajes principales de esta famosa serie mexicana desde la óptica socio-cultural, esta vez trataré de hacer un ejercicio similar con otros personajes también creaciones de Roberto Gómez Bolaños, «Chespirito», me refiero a los rateros redimidos de «el Chómpiras» y «el Botija» entre otros personajes de esta serie.
En términos generales la trama se nutre de las confusiones e ingenuidades, por no decir puerilidades, principalmente del Chómpiras y el Botija, los dos ex rateros; en México se concibe como ratero a un ladrón de poca monta, es decir, a alguien que se dedica a despojar bienes de poco valor de sus víctimas o comete sustracciones en áreas marginales, a veces por necesidad, a veces por falta de empleo y a veces por antipatía hacia el trabajo.
En cada capítulo de esta famosa serie mejicana los personajes que le dan vida se ven enredados en sucesos confusos que incluyen a peligrosos criminales, presos fugitivos, o personajes extravagantes que por razones insospechadas confluyen en los mismos escenarios de los protagonistas, creando a partir de ese drama situacional historias graciosas en las cuales la trama se resuelve hasta el final del mismo, en cada uno de ellos (personajes-capítulos) es viable realizar un análisis semiótico-sociológico.
Al igual que otros personajes de «Chespirito», los de esta serie esconden detrás de sus personalidades e historias chuscas muchos imaginarios sociales, códigos culturales, axiológicos, entre otros, mismos que trataré -con la subjetividad que implica- de escudriñar.
En su pasado, el Chómpiras y el Botija estuvieron varias veces en «la sombra», es decir en la cárcel, hasta que cierto día, quién sabe si por escarmiento o metanoía (arrepentimiento religioso), decidieron dejar de ser los facinerosos (delincuentes habituales) que eran y buscaron un empleo honrado, mismo que consiguieron en el hotel de don Lucho, en un ambiente sin demasiado lujo ni condiciones laborales grandiosas; el Chómpiras fue contratado como botones, el Botija como ascensorista y la esposa del Botija, la Chimoltrufia, como personal de servicios de limpieza.
EL CHí“MPIRAS
Iniciaré emitiendo juicios de valor acerca del Chómpiras, en primer lugar no pareciera que otrora se haya dedicado al robo, esto porque todo él es una mezcla de ingenuidad, torpeza e indeferencia hacia lo que acontece a su alrededor, en ese sentido no revela un perfil psicosocial dañino o peligroso, en cambio lo que sí demuestra es pereza y desidia por realizar sus tareas laborales.
El Chómpiras es conformista, su trabajo es mal pagado así que en ocasiones realiza dentro del Hotel actividades extras como vender billetes de lotería para agenciarse de otros ingresos económicos, su jefe lo regaña y en varias ocasiones le prohíbe hacerlo pero cuando el Chómpiras le responde que él está dispuesto a dejar de hacerlo si le aumenta el salario, el dueño del hotel, don Lucho, sobresaltado le dice que lo siga haciendo pero que no sea muy notorio con los huéspedes, eso con tal de no otorgar el solicitado aumento, y tal vez evitarse roces judiciales.
Puedo decir, a manera de sinécdoque, que el perfil del Chómpiras no es atípico en el medio laboral nacional -probablemente global- pues cuando las tareas asalariadas-empresariales se convierten en rutinarias, monótonas e infamantes, y con todo eso, se obtiene a cambio un salario insignificante, pero necesario, el trabajador se desmotiva y adquiere actitudes indolentes y apáticas, tal como sucede con él, especialmente tomando en cuenta que en épocas pasadas se acomodó a percibir los beneficios de los objetos de las fechorías en que participó; un botín tal vez tan mediocre como su salario posterior pero más fácil de obtener, esta es una causa muy común de la criminalidad.
Hablando de fechorías, en muchas fracasó, quizá por su lúdica-ineptitud para ejecutar el «iter criminis» (camino que sigue el delincuente para concretar su idea criminal) o a las circunstancias adversas e inesperadas que siempre los rodearon en la materialización de las mismas (¿maldición criminal?); muchas veces debido a factores externos el delito quedaba en tentativa o sucedía algo que no daba otra opción más que la de desistir, nunca actuó solo pues siempre tuvo su par (primeramente el Peterete y después el Botija).
Indudablemente el Chómpiras es un asalariado inconforme, como ya mencioné, reniega desmotivado cuando debe realizar sus funciones laborales -que consisten en llevar el equipaje de los huéspedes a sus habitaciones asignadas- si no hay de por medio una decorosa propina; esta situación hace referencia al desaliento laboral de muchos empleados que solicitan cierto empuje, un motor, un hidrocarburo obrero, principalmente de carácter monetario, para adquirir el impulso necesario.
EL BOTIJA
El Botija personifica la agudeza mental, la audacia, la estrategia para lograr un beneficio personal sin importarle pasar por encima de los demás, una especie de competencia Hobbesiana donde siempre quiere ganar, posee la habilidad de manipular al prójimo con el fin de obtener su cometido, también actúa como si fuera dueño del ascensor, que es su objeto de trabajo y donde siempre se le encuentra leyendo.
Lo anterior puede tener una justificación también alegoría, pues, como afirmé con antelación, frecuentemente se presenta a un Botija leyendo revistas, periódicos, libros, hablando de películas, como indicado que no hay limitaciones clasistas-sociales ni laborales para buscar el conocimiento y cultivarse intelectualmente, aunque realmente sí los haya, y no digamos en un país como Guatemala, tan lleno de desigualdades y pocas oportunidades.
Otro significante que se puede extraer de la situación anterior es que el conocimiento no siempre es de beneficio colectivo sino a veces se transforma en instrumento de dominación, y ejemplos de esto podemos hallar en muchos pasajes históricos que lo comprueban, aquí y en cualquier parte del mundo.
Otro mensaje encriptado es sin duda el de la violencia, una metáfora que se descifra en cada bofetada que el Botija le asesta al Chómpiras, que al parecer tiene el autoestima muy baja pues permite que cualquiera lo insulte y golpee, mientras luce apático, tampoco refunfuña cuando se le recrimina o increpa algo, situación de la cual se aprovecha el Botija y todos los demás; un cuadro televisivo que presenta al débil frente al fuerte, al dominante frente al pasivo, y demás dualidades.
Hay -en mi percepción- una manifestación filosófica contrapuesta entre el Chómpiras y el Botija, -por delimitarme a ellos en este momento-, pues mientras el botija anda en la constante búsqueda de la verdad a través del racionalismo mediante la lectura, no deja de ser también muy pragmático en cierto modo, pero por otro lado tenemos a un Chómpiras netamente empírico, quien se ha «educado», por así decirlo, en las calles a través de las experiencias.
LA CHIMOLTRUFIA
La Chimoltrufia es además de esposa del Botija, ama de casa y personal de servicios de limpieza en el Hotel de don Lucho, ella representa a la clase femenina asalariada, a las amas de casa que deben soportar a un marido que exige comodidades y no ofrece nada o muy poco a cambio; es una mujer de escasa instrucción escolar, formada probablemente en los espectros culturales de escuela de la vida, de la casa y de las labores domésticas, muy influenciada por la melódica filosofía de las canciones rancheras que grita a todo pulmón mientras realiza sus quehaceres.
Otro mensaje encubierto que nos brinda el personaje de la Chimoltrufia lo hallé en «Wikipedia» buscando información acerca de este personaje en la red y encontré esto: «Su nombre completo era: María Expropiación Petronila Lazcuráin y Torquemada de Botija. (Expropiación Petronila por haber nacido el 18 de marzo; en 1938 El presidente Lázaro Cárdenas decreta la nacionalización de la explotación petrolera en México)». Más claro no se puede.
DOí‘A NACHA
Otro personaje, pero circunstancial, es Doña Nacha, una señora soltera y chismosa (¿a quién representará?, que lo diga el lector); frecuentemente visita a la Chimoltrufia y a menudo coquetea con el Chómpiras y pues esta exploración sí la dejo para los psicólogos o sociólogos facultados y no diletantes como yo.
LOS CONFLICTOS AL JUZGADO
En ocasiones cuando surgen conflictos entre los personajes acuden al juzgado parar dirimirlos y siempre se arma un verdadero alboroto donde ya no se respeta ni al juez ni al policía y la ley se relega a un segundo plano; el policía, dicho sea de paso, no inspira confianza (al menos de brindar seguridad) pues es tan torpe e ingenuo como el Chómpiras. Qué querrá decir don Roberto.
PARA FINALIZAR
Algo que siempre caracterizó a las series de Roberto Gómez Bolaños es que sus personajes principales siempre visten con la misma ropa, ¿un mensaje de antivanidad o de cinismo?, pero me refiero al cinismo filosófico de Diógenes que consiste en no depender de los lujos ni de las cosas materiales. Bueno, sólo él sabe.
Nunca se muestra la fachada del apartamento donde reside el Botija con la Chimoltrufia, «su mujer», pero probablemente el lugar sea una especie de Gueto, donde los inquilinos o dueños no sobrepasan la clase media (y no me gusta eso de estratificar a la sociedad).
Al final creo que el mensaje más importante que pretende la serie es demostrar que siempre hay una oportunidad de reivindicación, como la del Chómpiras y el Botija, quienes se reencaminaron en el camino de la honradez a pesar de que su situación posterior no fue precisamente una gloria, aunque tratan de sobrevivir y hallarle la gracia a sus tragedias.
Entre metáforas obreras, domésticas, lúdicas y violentas, una vez más me doy cuenta de que Roberto Gómez Bolaños fue muy acucioso en el confeccionamiento de sus personajes e historias, creador de muchas bromas y chistes que actualmente siguen vigentes dentro de la cotidianidad.
Entretenidas situaciones televisivas que no fueron producto del arrebato comercial sino de toda una maquinación socio-ideológica precursora de muchas «sitcom» (comedias de situación) que posteriormente surgieron en Méjico y en otras partes del mundo, y que actualmente abundan en el canal Fox, Warner Channel, entre otros.
A medida que la serie se acercaba a su apogeo El Chompiras y el Botija trataban de perpetrar asaltos mismos que terminaban siendo frustrados por mera coincidencia o inconvenientes asociados a la ineptitud de ambos. Sin embargo, Botija sí quería reformarse y llevar una vida de bien, esto por lo general era uno de sus objetivos. Aplicando lo mismo para el Chómpiras que siempre estaba de acuerdo con su cómplice.
Ambos personajes se ganaron la simpatía de los televidentes conforme pasaban los años, debido a que el Chómpiras era inepto para muchas cosas pero a la vez inocente como un niño mientras que el Botija era un ser poco más maduro pensando en su futuro así que al pasar los años ambos personajes mostraban un esfuerzo por reformarse y dar un bien a la sociedad.
Esto lo lograron dejando su profesión de «rateros» y aceptaron trabajar para el hotel de Don Lucho o del señor Cecilio Buenavista, según la temporada.
Se podría decir que este caso puede ser la muestra de que una persona se puede reformar y cambiar su vida sin importar lo oscuro de su pasado.
El Chómpiras es el personaje cómico de un ladrón cuyo verdadero nombre sería Aquiles Esquivel Madrazo, que fue creado por el actor y comediante Roberto Gómez Bolaños, para un espacio corto durante la década de los años 70, que incorporaba en el programa El Chavo del 8. Sin embargo, anteriormente dijo haberse llamado Parcutingadolfo Paracutingodinez.
En el programa original el Chómpiras lo interpretaba Roberto Gómez Bolaños y su compañero, el Peterete o Tripa Seca, era interpretado por el actor comediante Ramón Valdez; Carlos Villagrán participaba en raras ocasiones para interpretar a un policía de seguridad urbana o al Cuajinais, otro ladrón.
El Chómpiras vestía con pantalón y chaqueta negra y usaba una camiseta a rayas, posiblemente de reo. Siempre llevaba una barba de pocos días y una gorra negra.
Usualmente, cada episodio trataba de los intentos de estos dos ladrones por perpetrar un robo domicialiario o el saqueo de una tienda. Cuando el Chómpiras cometía un error, su compañero de turno le sacaba la gorra, lo peinaba, le pedía que sostuviera la peineta y le daba un gran golpe en la cara, que lo arrojaba al suelo y lo dejaba tan despeinado como antes.
Posteriormente existió otro programa, con capítulos de media hora de duración, en que se agregaron más personajes y las tramas tenían un mayor desarrollo. Los acompañantes en dichos capítulos eran:
* (Edgar Vivar), Botija o su nombre completo era: Gordon Botija Pompa y Pompa, aunque en otros episodios, el mismo Botija ha dicho que su nombre completo era Gordon Botija y Aguado.
* (Florinda Meza), Chimoltrufia o su nombre completo era: María Expropiación Petronila Lazcuráin y Torquemada de Botija. (Expropiación Petronila por haber nacido el 18 de marzo; En 1938 El presidente Lázaro Cárdenas decreta la nacionalización de la explotación petrolera en México)