«Es importante que los partidos realicen acciones concretas para promover mayor inclusión de mujeres en sus diversos ámbitos».
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En los partidos políticos, como en el resto de las instituciones políticas y sociales, las mujeres han estado excluidas de las esferas del poder y la toma de decisiones, al considerarse el ámbito de lo público como propio de los hombres. A pesar de que las mujeres se han integrado a la política, aún no logran compartir el poder que es el privilegio masculino. Se mantiene vigente en los partidos una cultura política y códigos de conducta patriarcal que discriminan a las mujeres.
En Guatemala, la evidencia demuestra que la poca inclusión de las mujeres en los partidos políticos se da en todos los niveles. Sin embargo es una constante, que a medida que se asciende en la jerarquía del partido, disminuye la presencia de mujeres.
En un primer ámbito, los datos y las estadísticas evidencian que en general son más los hombres afiliados que las mujeres afiliadas a los partidos políticos. Esta situación está relacionada por un lado, con la idea de que la política es un espacio únicamente masculino, y por el otro, con las carencias en cuanto a la documentación de las mujeres que imposibilita su participación política activa.
En un segundo ámbito, en los Comités Ejecutivos Nacionales la representación de las mujeres es bastante pobre, lo que evidencia que el poder político y la conducción y dirección de los partidos se encuentra en las manos de los hombres.
En un tercer ámbito, en las candidaturas a puestos de elección popular la baja representatividad de las mujeres continúa siendo una constante. Los partidos en su gran mayoría presentan mujeres en menor número y además en puestos que no son elegibles. Pese a que en el último proceso electoral, muchos partidos hicieron alarde de aumentar las candidaturas de las mujeres, los números, en su gran mayoría, reflejan lo contrario.
Por último, y como resultado de lo anterior, es muy bajo el número de mujeres que resultan electas. De tal suerte, la representación femenina en el Congreso de la República es de las más bajas de América Latina, de 158 diputados, únicamente fueron electas 19 mujeres, un 12.03%. En la elección municipal fueron electas siete alcaldesas, lo que representa el 2.1% del total de alcaldías.
Las mujeres aún no han adquirido suficiente poder al interior de las organizaciones políticas, y en muchos casos, su participación es decorativa o simplemente sirve para hacer alarde de inclusión. Es importante comprender, que en gran medida, esto es el resultado de una sociedad machista y excluyente, pero también es responsabilidad de los partidos políticos. La falta de representación política de las mujeres en el Congreso -como resultado de una baja participación e inclusión en los partidos políticos- justifica la búsqueda de métodos más eficaces para incrementar su número, como el sistema de cuotas, uno de los mecanismos más aceptado y extendido para revertir esta situación por demás injusta.
Para lograr este objetivo es importante que los partidos realicen acciones concretas para promover una mayor inclusión de mujeres en sus diversos ámbitos, para que lo que dicen en sus estatutos, en sus programas de gobierno y en campaña, sobre la inclusión y la democracia interna, no sean solamente palabras vacías, sino realidades concretas.