No tenía pensado escribir hoy sobre el aniversario de la Revolución del 44 porque sobre el tema se ha dicho y escrito tanto que uno se vuelve repetitivo. Sin embargo, ayer una funcionaria del ramo de cultura me habló para preguntarme si no iba a abordar el tema a la luz de la forma en que el Gobierno está conmemorando la fecha con alegorías que recuerdan a Arévalo y Arbenz, me dijo, pasando por alto a Toriello y Arana que fueron los artífices de la gesta. Recordate, continuó, que Arévalo estaba en Tucumán y que Arana fue el motor del levantamiento popular contra Ubico.
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Uno entiende que haya poco conocimiento de la historia en un país tan escaso de interés por nuestro pasado, pero que hasta los «guardianes de la cultura» muestren tanta ignorancia es alarmante. Y es que Arévalo sí que estaba en Guatemala, puesto que volvió luego de que el licenciado José Orozco Posadas propuso su nombre para que fuera el abanderado en la elección contra Federico Ponce. La dama que me habló ayer estaba convencida de que el 20 de Octubre habían derrocado a Ubico, quien varios meses antes había dejado el poder en manos del general Ponce Vaides y éste se preparaba para presentarse a una reelección luego de haber ordenado el crimen contra Alejandro Córdova, director del diario El Imparcial y quien había sido miembro de la Asamblea Legislativa ubiquista.
El papel del entonces mayor Francisco Javier Arana fue determinante en el triunfo del levantamiento popular, puesto que sin su decidida acción no se hubiera dado el levantamiento de la Guardia de Honor, con todo y que 14 civiles habían entrado al cuartel horas antes del primer cañonazo. La muerte del general Corado, comandante de ese cuerpo militar y primo del general Daniel Corado, secretario de la Guerra, marcó un punto sin retorno en el levantamiento y Arana se jugó entero, al punto de que se ganó el derecho a integrar el triunvirato que no sólo convocó a la Constituyente, sino que dictó importantes medidas y realizó la elección presidencial en la que arrasó Juan José Arévalo. La lectura del libro «El Candidato Blanco y el Huracán» puede ilustrar sobre los acontecimientos de aquella época y en el mismo está muy bien descrito el apoteósico recibimiento que los guatemaltecos le brindaron a Arévalo cuando volvió de Argentina antes del 20 de Octubre, cuando ya Ponce había convocado a la elección en la que pretendía perpetuarse en el poder utilizando las facilidades constitucionales que había establecido la Asamblea ubiquista.
Pero así como fue decisivo el papel de Arana, lo fue el de Toriello y el de Arbenz, quienes estaban en plena conspiración desde hacía varios meses. Arbenz se reunió con mi abuelo en San Salvador días antes del asesinato de Alejandro Córdova y lo puso al tanto de la conspiración, pidiéndole que se fuera a Tapachula para entrar a Guatemala con un grupo armado.
Y los arevalistas de la época fueron también puntales de la revuelta. Los que luego fueron miembros del partido Renovación Nacional y del Frente Popular Libertador fueron piezas clave en la Revolución de Octubre, por lo que negar la importancia y trascendencia de Arévalo en la gesta es como minimizar el papel de Arbenz, Toriello y el mismo Arana.