Altivez y arrogancia


Jorge Alfredo Cerros Gálvez, Q-18 36,040

En este mundo nada es eterno, somos aves de paso, y creo que sobran las í­nfulas, el egocentrismo, la alharaca en creernos muy suficientes y sabiondos. Menos mal que la naturaleza se encarga de enseñarnos que todos tenemos el mismo origen y destino.

Las sabias enseñanzas bí­blicas dicen: «La altivez de la mirada del hombre será abatida»; la soberbia humana será humillada. Sólo Jehová será exaltado en aquel dí­a. Isaí­as 1:11.

Por muchos años ejercí­ el radioperiodismo limpio e insobornable; trabajé en diez radioperiódicos y en seis programas radiales deportivos, pero por tratar de ser correcto y no plegarme a la demanda de personas cuyos intereses es mantenerse en el poder, aunque su trabajo como funcionarios públicos sea nefasto, me hicieron la guerra recurriendo a amenazas; por lo que tuve que pedir protección a la Procuradurí­a de los Derechos Humanos de Guatemala, para salir exiliados mis hijos y yo a México, sin dinero y a la mano de Dios. Hace poco regresé a mi paí­s.

Hay situaciones que no pueden decirse con pelos y señales, por temor a represalias y amenazas. No es lo mismo practicar un periodismo cómodo, o escribir en una computadora con bata y pantuflas. Soy un sencillo y estoico periodista de provincia, que ha sufrido hambre, pobreza, soledad y miedo. A lo mejor soy un «perico de los palotes» como gratuitamente me bautizó el impulsivo señor Eduardo Villatoro, quien en su afán marginador despectivamente me dice «mediocre»; y claro, tengo que aceptar su «calificación» de mi persona, pues la hace un infalible.

No hay duda que el artí­culo del señor Federico Castillo Valenzuela, publicado el 8 de diciembre del año recién pasado, relativo al periodismo mediatizado, le cegó la visión al señor Villatoro, pues no alcanzó a medir el radio de acción y efecto del mismo, y con una teatral y mal encubierta escuela la emprende en forma descalificadora y hasta ofensiva.

Una cosa es necedad y otra es necesidad, dicen las gentes cuya forma de vida es la señalada por Federico Castillo, pues se acomodan al que paga, aunque su conducta ciudadana y pública riña con sus propias ideas y principios.

Pero sí­ ser mediocre es ser diferente a otros como el caso arriba expuesto, pues bendita la mediocridad, aunque ello no represente un contrato en una dependencia pública, en donde comprometo mi opinión. No he sido empleado público ni gobiernista, y el dí­a que los sea, dejaré de ejercer la actividad reporteril o de comentarista. El gobierno es parcial, el periodismo imparcial. ¡Cambio y fuera!