¿Dónde están… los protagonistas de «Señorita Maestra»?


¿Recuerda usted la serie televisiva «Señorita Maestra»? Tal vez se le haga más fácil recordar el nombre de Jacinta Pichimahuida.


Es esa maestra dulce y noble, que con tanto amor enseñaba a sus alumnos, pero no sólo las matemáticas y la gramática, sino que les decí­a cómo actuar en la vida.

La serie fue un gran éxito en Argentina y fue exportada a todo el mundo de habla hispana. Ya para principios de la década de los noventa, en México se hizo un refrito, titulado «Carrusel», y «Carrusel de las Américas», este último, como parte de las celebraciones de los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a América.

Pero las «blancas palomitas», como les decí­a Efraí­n, el portero de la escuela, ya no lo fueron tanto, y una serie de desgracias han pesado sobre ellos.

Iniciando por la misma señorita Jacinta Pichimahuida, protagonizada por Cristina Lemercier. Esta dulce maestra, con actitud positiva ante la vida, en la realidad, no era así­.

El 27 de diciembre de 1996, se voló la cabeza con un disparo. No falleció de inmediato, sino que tardó cinco dí­as de agoní­a, tras habérsele declarado muerte cerebral.

¿Qué dirí­an sus alumnos? ¿Qué dirí­a Palmiro Caballasca? «Me hiiiirve la cabeza, señorita Jacinta». Palmiro, protagonizado por Omar Lafosse, fue uno de los más carismáticos alumnos, porque fue capaz de crear frases y perdurar en la mentalidad de los espectadores. Pese a ello, ya no le fue tan fácil actuar.

Según cuentan, Palmiro, o mejor dicho, Lafosse, se creyó mucho el de ser uno de los mejores actores de la serie, y se le subió a la cabeza. Fue muy arrogante, hasta que los productores se hartaron de su vanidad, y lo hicieron a un lado.

Hoy dí­a, sigue estudiando actuación, y toca y toca puertas, pero no se le da volver a la pantalla chica.

Otro caso de horror es el de Etelvina, protagonizada por Graciela Cimer, quien tuvo una muerte dudosa. Ella era la niña rubia y bonita de la clase, de quien todos estaban enamorados. Pero esa suerte de amores en la serie, no lo fue en la vida real, ya que, tras una tormentosa relación con Marco Estell, otro actor argentino, se lanzó desde su apartamento, y murió en la caí­da.

Etelvina no se cansó de despreciar al bueno de Cirilo Tamayo, protagonizado por Marcelo Fabián, el niño negro, lleno de humildad y que soñaba con un carrito de carreras. Tan ingenuo, que fue capaz de intercambiar su bicicleta nueva por una estampita falsa de Pelé.

Pero Cirilo tení­a una doble cara, ya que hace cinco años, participó en un robo junto a Julio Silva, el también actor de la serie, conocido como Siracusa. Como consecuencia, Cirilo fue aprehendido y enviado a prisión, mientras que Siracusa murió en el intento de robo.

Siracusa y Cirilo habí­an fundado un grupo de rock folclórico, llamado «Siracusas», pero con poco éxito, por lo que mejor optaron por las malas artes.

El resto de actores no lograron utilizar el programa como trampolí­n. Sólo Héctor Fernández Rubio, «Efraí­n», el portero de la escuela, siguó con la actuación. «Â¡Â¡Â¡MILAGRO DE LOURDES!!!», dirí­a Palmiro.