«La persona humana, corazón de la paz»


Dr. Guillermo Rojas Mazariegos

Con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de este nuevo año 2007, el papa Benedicto XVI promulgó un motivador mensaje que lleva el tí­tulo que aparece en el encabezado de este artí­culo. En él el Papa nos dice:

«En efecto, estoy convencido de que respetando a la persona se promueve la paz y que construyendo la paz se ponen las bases para un auténtico humanismo integral. Así­ es como se prepara un futuro sereno para las nuevas generaciones».

Este pensamiento del Papa nos hace ver lo mucho que hace falta para alcanzar la paz, como es el hecho que en nuestro paí­s son muchí­simas las personas que desaparecen y más tarde las encuentran golpeadas, torturadas, mutiladas y asesinadas, lo cual significa un verdadero irrespeto a la vida humana.

Nos dice el Papa que «la paz es un don y una tarea», que «Si bien es verdad que la paz entre los individuos y los pueblos, la capacidad de vivir unos con otros, estableciendo relaciones de justicia y solidaridad, supone un compromiso permanente, también es verdad, y lo es más aún, que la paz es un don de Dios».

Constantemente vemos que en nuestra patria la violencia es la que predomina, ya que los diversos grupos sociales, capitalinos, departamentales o municipales exigen supuestos derechos por la fuerza, a gritos, destruyendo la propiedad privada o nacional. Sus lí­deres los mueven a esa destrucción y no les hacen ver que junto a un derecho hay un deber que cumplir, como es el respetar lo ajeno, respetar el derecho de ví­a para que las personas se puedan movilizar y cumplir con su trabajo.

«La paz es una tarea que a cada uno exige una respuesta personal coherente con el plan divino». «Las normas del derecho natural no han de considerarse como directrices que se imponen desde fuera, como si coartaran la libertad del hombre».

«Por lo tanto, el reconocimiento y el respeto a la ley natural son también hoy la gran base para el diálogo entre los creyentes e incluso los no creyentes».

Todas las personas sabemos qué es lo bueno y qué es lo malo, qué es lo correcto y qué lo incorrecto. La vida de todos y cada uno de los guatemaltecos serí­a mucho mejor, si trabajáramos por la paz y así­ nos lo repite el Papa, que es una tarea a la cual todos estamos llamados a apoyar para alcanzarla. La paz no la promueven los violentos o los que pretenden mejorar a Guatemala por la fuerza, la paz no se logra con las pistolas o las metralletas. Las armas hacen más violentas a las personas, pues no son solidarias con nadie sino buscan imponer sus ideas, criterios y forma de pensar por medio de amenazas y la destrucción de la vida humana, vida que nadie tiene el derecho de quitar.

Finalizo este artí­culo con otro pensamiento del Santo Padre Benedicto XVI que nos dice:

«El deber de respetar la dignidad de cada ser humano, en el cual se refleja la imagen del Creador, comporta como consecuencia que no se puede disponer libremente de la persona». «Quien tiene mayor poder polí­tico, tecnológico o económico, no puede aprovecharlo para violar los derechos de los otros menos afortunados». «En efecto la paz se basa en el respeto de todos».

Que iniciemos este año haciendo vida estos profundos pensamientos del Santo Padre y logremos que cada vez más personas vivamos en paz y fraternidad con todos impulsando la libertad, la solidaridad y la paz.