Peligros de la dependencia europea frente a la energí­a rusa



Rusia controla las mayores reservas energéticas del mundo, mientras Europa genera una insaciable demanda, pero esta semana la crisis del paso del petróleo ruso por Belarús ha demostrado que la fórmula, aparentemente idí­lica, conlleva riesgos.

Los expertos aseguran que el mayor problema de Rusia –segundo exportador mundial de petróleo después de Arabia Saudí­, y primer productor de gas– es su compleja relación con las vecinas repúblicas ex-soviéticas, que controlan las rutas hacia la Unión Europea (UE).

«El problema es que Ucrania ocupa una posición dominante en el tránsito del gas, y Belarús en el del petróleo», afirma el analista de MDM Bank, Andrei Gromadin.

Ello provocó que una disputa comercial menor entre Rusia y Belarús se convirtiera esta semana en una crisis internacional: en efecto, la pequeña y vecina república ex-soviética controla el oleoducto por el que pasa una tercera parte de las exportaciones rusas de petróleo y que suministra un 12,5% del consumo de la UE.

Otro problema estrictamente bilateral entre Rusia y Ucrania provocó un corte de los suministros de gas a Europa, a principios de 2006. Cerca del 80% de las exportaciones de gas ruso hacia Europa transitan por Ucrania.

Responsables rusos consideran ahora necesario buscar alternativas al tránsito por esos paí­ses, mientras los inquietos lí­deres de la UE se preocupan por la excesiva dependencia europea ante Rusia, que abastece a los 27 paí­ses de la Unión en un 25% de sus necesidades tanto en gas como en petróleo.

Pero el analista de UFG Bank, Stephen O’Sullivan, opina que ambas partes deben aprender a convivir con esta realidad.

Con esta crisis, «Rusia acaba de recordar a la UE que hay riesgos en el suministro de gas y petróleo. ¿Eso cambia las cosas? No. Soy escéptico ante una respuesta coordinada de la Unión Europea, donde existen muchos intereses dispares», explica.

Además, otras caras y geográficamente complejas rutas de tránsito no podrán reemplazar los actuales oleoductos o gaseoductos, añade, dando a entender que Rusia y la UE están obligados a convivir, aunque sea de forma incómoda.

«La UE parece muy preocupada por su dependencia (energética hacia Rusia), pero si se mira la dependencia de Rusia hacia el mercado europeo, ésta es total. No hay otro mercado tan importante para el gas y petróleo rusos. De manera que la dependencia es recí­proca», asegura el experto.

Aunque muchos en Rusia miran hacia los mercados asiáticos, particularmente hacia China, como una forma de eludir la dependencia ante Europa, esa nueva ví­a apenas está empezando a abrirse con la creación de las necesarias estructuras en el este ruso.