¿A dónde van los deportados?


En los últimos dí­as, centenares de guatemaltecos han sido deportados de Estados Unidos; las autoridades han dado como argumento para el enví­o de connacionales la falta de cumplimiento del estatus migratorio que ese paí­s requiere.


El número de connacionales que ha llegado a Guatemala producto de las redadas en diferentes estados del paí­s norteamericano, según autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha impuesto un nuevo récord en repatriaciones de EE.UU. a nuestra nación.

De acuerdo con estadí­sticas de la Dirección General de Migración, las deportaciones que se han dado superan a las de 2005 cuando unos 11 mil compatriotas fueron devueltos de EE.UU., mientras que en 2004 la cifra alcanzó los 7 mil connacionales.

El 2006 terminó con la llegada de más de 18 mil guatemaltecos, quienes en su mayorí­a trabajaban en grandes industrias en Estados Unidos. Según las autoridades de ese paí­s, éstos no cumplí­an con la documentación necesaria para permanecer en esa nación; los representantes de las empresas no fueron indagados en relación al tema, tomando en cuenta que eran los responsables directos de los trabajadores.

El arribo de los guatemaltecos a suelo patrio sin duda representa un desafí­o mayúsculo para el gobierno central, que va desde una mejor protección en cuanto a fuentes de trabajo, vivienda y por supuesto la readecuación de la polí­tica económica.

Buscan programas

La Cancillerí­a busca, a través de programas, dar solución a los miles de connacionales que han sido expulsados de Estados Unidos.

La viceministra Marta Altolaguirre menciona que el abordaje del problema debe efectuarse de manera integral.

Se espera que este año puedan concretarse proyectos de capacitación técnica y la búsqueda de un empleo para los connacionales que vieron frustrado el sueño americano.

No descarta buscar apoyo financiero y técnico en la comunidad internacional.

La Viceministra menciona que consultará en la Secretarí­a de Planificación y Programación (SEGEPLAN) qué proyectos pondrá en marcha y los connacionales puedan optar a alguna oportunidad.

Parte del trabajo será lograr que las autoridades de Estados Unidos aprueben una reforma integral migratoria.

Mientras eso sucede, el obispo ílvaro Ramazzini puso el dedo en la llaga. Dice que las deportaciones masivas provocan más pobreza, falta de empleo y frustración en aquellos que no lograron conseguir el sueño americano.

Sin embargo, Altolaguirre menciona que la próxima semana habrá una reunión entre autoridades y sociedad civil para abordar el tema.

De esa reunión saldrán las lí­neas de acción que emprenderán este año.

El problema debe abordarse desde una visión de Estado, por lo tanto debe integrarse cada uno de los sectores para buscar solución al tema migratorio.

«Esperamos que este año electoral no persistan asuntos particulares, sino en beneficio de la mayorí­a», expresó la Viceministra.

Sin oportunidades

A criterio de Ubaldo Villatoro Rodrí­guez, de la Mesa Nacional para las Migraciones, los guatemaltecos deportados tienen pocas o casi nulas oportunidades de desarrollo; aún se enfrentarán a inconvenientes, ya que subsiste el problema por el que ellos abandonaron el paí­s.

Muchos de los compatriotas que viajaron a Estados Unidos hace 20, 15 o 10 años, en busca del sueño americano, regresan a nuestro paí­s y se toparán con problemas que persisten al igual que cuando se fueron, por ejemplo el desempleo, la inseguridad y la falta de oportunidad de desarrollo.

«El gobierno es el encargado de promover fuentes de trabajo, incentivar el desarrollo de las comunidades y mejorar las condiciones en el tema de seguridad en todo el paí­s; se observa que la mayorí­a de los que deciden viajar a otras naciones en busca de mejores oportunidades, son de las regiones más alejadas de la ciudad capital, donde el nivel de vida se torna más bajo», refiere Villatoro.

Según el entrevistado, a partir de ahora se podrá observar que estas personas que son deportadas ya no retornarán a sus lugares de origen, ya que deciden quedarse en los alrededores de la capital haciendo más difí­cil la posibilidad de encontrar una fuente de empleo.

Estado sin capacidad

El retorno de los connacionales expulsados de Estados Unidos representa un reto para el Estado en absorber esa mano de obra y reinsertarlos en la sociedad.

A criterio de Luis Linares, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, ASIES, ni el Estado ni la sociedad están preparados para afrontar los problemas que conlleva la llegada de los deportados.

Pues las causas que los empujaron a emigrar a ese paí­s vuelven a encontrarlas: pobreza, carencia de fuentes de trabajo, falta de oportunidades, etcétera.

«Lo que quedan son acciones de emergencia, pero no se debe olvidar trabajar por erradicar esas causas», señala Linares, pues con ello se evitarí­a que más guatemaltecos arriesgaran, inclusive su vida, en buscar oportunidades en el extranjero.

Y es que la situación migratoria se endurecerá en los paí­ses desarrollados, como lo visto en las reformas que ha impulsado el gobierno de los Estados Unidos.

«Es evidente que en esos paí­ses existe oferta de trabajo, si no, no se irí­an de Guatemala», agrega Linares.

En la medida que estas personas no encuentren respuesta oportuna del Estado, se generarán otros problemas como intranquilidad, insatisfacción, hasta delincuencia.

Dentro de las soluciones emergentes que sirvan de paliativo para el problema, según Linares, estarí­an ofrecer empleo, mediante programas especiales con la iniciativa privada y el Ministerio de Trabajo, así­ como una capacitación especializada en áreas que tuvieran demanda.

La migración guatemalteca?

Según el politólogo Luis Zurita Tablada.

La migración es un fenómeno natural si lo vemos desde la perspectiva de la vida animal en su conjunto, o sea, que es un recurso atávico de sobrevivencia estrictamente biológica, empero, cuando lo analizamos desde el punto de vista eminentemente humano es, más que un fenómeno natural, el derecho de un ser consciente que tiene necesidad existencial de satisfacer necesidades complejas de tipo biológico, social, psí­quico, ético y cultural.

Por lo tanto, al no encontrar los satisfactores para su sobrevivencia, el ser humano analiza su entorno y, si en su lugar de origen no los encuentra, racionaliza su situación, quedándole tres alternativas: seguir en la situación precaria que lo reduce a una vida infrahumana, o procurarse de otros medios para mejorar su estatus o trasladarse a otro lugar donde las circunstancias son más favorables.

Dado que en Guatemala la primera opción es la más común, pues el sistema ofrece muy pocas alternativas para ubicarse en la segunda opción, entonces, es lógico que la tercera opción ha sido la más atractiva, de ahí­ que no es de extrañar que un millón y medio de guatemaltecos hayan emigrado a los Estados Unidos, aunque también emigran a México, por solo mencionar los lugares más significativos cuantitativamente hablando.

De lo que sigue que, si un paí­s está recibiendo más de tres mil millones de dólares anuales producto del sudor y las lágrimas de quienes han emigrado, lo correcto serí­a que el Gobierno, en comunión con las fuerzas vivas del paí­s, invirtiera esos recursos en infraestructura para el crecimiento económico con responsabilidad social, o sea que un paí­s tiene que plantearse qué tipo de sociedad desea crear, una con mayor desigualdad o una con menor desigualdad. Ello implica el impulso a un mercado fuerte y moderno con responsabilidad social empresarial, así­ como el impulso a un Estado fuerte, moderno, legí­timo y con recursos financieros para procurar el bien común.

Lo triste es que hasta hoy no existe un plan o proyecto de Nación para aprovechar los recursos financieros que enví­an los migrantes. La oportunidad se está desperdiciando igual que se desperdició el auge del siglo del café. No se diversifica la economí­a ni se tecnifica la producción agrí­cola que es la base para sentar las bases para establecer un proceso industrial basado, en el caso de Guatemala, en agregarle valor industrial a la producción agropecuaria.

De lo contrario, no solo no se auxilia a los migrantes, quienes pasan muchas penas en Estados Unidos, perseguidos por las autoridades, encarcelados o deportados sin que las autoridades establezcan un sistema eficaz para apoyarlos, ni mucho menos el Gobierno y las fuerzas vivas del paí­s están preocupados por algo que llegará, tarde o temprano, o sea, la crisis económica que devendrá con su cauda de crisis social cuando pare la gran migración, lo cual será el fin de las remesas porque el migrante ha trasladado paulatinamente a sus familias a Estados Unidos o porque ya no haya cabida para más guatemaltecos en Estados Unidos.