Funcionarios gubernamentales, diputados, alcaldes, ministros religiosos, líderes de cualquier grupo y los habitantes en general nos quejamos a diario del calor; pero a no ser débiles reclamos de grupos ambientalistas y tímidas promesas de personeros del Ministerio de Ambiente, no se observa que los guatemaltecos, especialmente quienes gobiernan el Estado y los municipios, Â muestren un asomo de preocupación e interés por abocarse al grave fenómeno del cambio climático, aunque sea mínima la contribución que pueda hacer Guatemala y sus habitantes en el contexto mundial, en comparación con las naciones industrializadas responsables de la emisión de gases de efecto invernadero.
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  Sin embargo, los congresistas deberían tomar en serio su función de legisladores para regular el uso de los recursos naturales; el Ministerio de Educación debiera incluir en el pénsum de estudios asignaturas específicas para crear conciencia entre la niñez y la juventud acerca de lo que se debe hacer y omitir para evitar que se acreciente el calentamiento global, y ya no digamos las tareas que le competen al citado Ministerio de Ambiente.
  Despachos de prensa de la agencia IPS leídos en Internet señalan que hace apenas año y medio nadie se imaginaba que la temperatura se elevaría 2 grados centígrados durante los siguientes 18 meses; pero las crecientes emisiones de carbono y la incapacidad política de adoptar decisiones inmediatas y drásticas hace temer que un aumento de 4 grados es posible, lo cual significaría que muchas regiones del mundo se tornarían inhabitables.
  De persistir este calentamiento del planeta, el nivel del mar se elevaría entre uno y dos metros el año entrante, lo cual dejaría sin hogar a cientos de millones de personas, incluyendo a miles de familias guatemaltecas que residen en los litorales del Pacífico y del Atlántico, así como destruiría modestos ranchos y lujosas mansiones que sirven de descanso a orillas del mar a familias de las clases media y alta.
  Cuatro grados de recalentamiento -advierte el científico Chris West, del Programa Británico de Impactos Climáticos- elevarían la temperatura de la Tierra a niveles nunca antes alcanzados durante los últimos 30 millones de años, en la medida en que se disuelvan las cubiertas de hielo de Groenlandia y el océano Antártico occidental; pero el experto John Schellnhuber considera que aun cuando la temperatura aumente sólo 2 grados más, se habrá perdido la mayoría de los arrecifes de coral, vastas áreas oceánicas se convertirán en zona muerta, se disolverá gran parte de los glaciares montañosos y otros ecosistemas estarán bajo grave riesgo.
  La Tierra se recalentó 0.74 grados centígrados el siglo pasado y la temperatura se eleva actualmente a un promedio de 0.16 grados, y de mantenerse esa tendencia, la temperatura promedio aumentaría entre 4 y 5.6 grados en 2090, y de ahí que amplias áreas de Canadá, Estados Unidos, Brasil, Libia y Europa central serán 8 grados más cálidas que en los pasados 50 años, en tanto que se prevé un aumento de las lluvias en el Hemisferio Norte, pero los países tropicales, como Guatemala y el resto de Centroamérica , por ejemplo, serán 20 % más secos que en la actualidad.
  Mientras tanto, los guatemaltecos seguimos soportando el humo de los escapes de autobuses, permitimos la existencia de basureros a orillas de carreteras y a la vera de ríos y lagos, botamos latas de cerveza y sodas en las playas, derrochamos agua al tomar la ducha, lanzamos desechos en la calle, abusamos en el uso de bolsas plásticas que luego tiramos a la basura….y el Ejecutivo, el Congreso y las Municipalidades ignoran el fenómeno que afectará sobre todo a nuestros nietos y demás descendencia.
  (Un culto diputado oficialista le comenta al ambientalista Romualdo Tihudo: -Si aumenta el nivel del mar, construiré gradas en mi chalet que tengo a orillas de la playa, por si crece la marea.).Â